Tras la ruta del Pamir y el largo viaje desde Dusambé, nos despertamos en Samarcanda un poco desconcertados.

Nos levantamos temprano para desayunar tranquilos en el patio del hotel. La dueña del hotel, además de conseguirnos los billetes de tren a Bujara, nos reservó un taxi para ir a la estación, que está a unos 20 minutos en coche. El precio del taxi fue de unos 16.000 SOM Uzbekos (unos 4€).

Cargamos nuestras mochilas y nos dirigimos a la estación de Samarcanda. Viajabamos en el moderno tren Afrosiyob, que, en menos de 2 horas, nos dejaría en Bujara. Nos despedimos de Samarcanda con un hasta pronto, ya que tras pasar por Bujara y Khiva, volveríamos para visitar la ciudad, antes de nuestro vuelo de vuelta a casa.

Tren Afrosiyob Samarcanda Bujara Uzbekistan
Tren Afrosiyob

El tren era bastante cómodo. Todo un lujo comparado con los viajes anteriores. En 1 hora y 45 minutos recorreríamos la misma distancia que el día anterior nos había costado más de 7 horas. Así que no nos extrañó que el tren fuera lleno.

Aprovechamos el viaje para echar un vistazo a qué ver en nuestro próximo destino: Bujara. Para cuando nos dimos cuenta, habíamos llegado a la moderna estación de Bujara. Cruzamos la estación, y tras llegar a la parte exterior, vimos que estaba llena de gente esperando a los viajeros que llegaban, de taxis, coches… En este pequeño caos, aprovechamos para ir preguntando precios a los taxistas, que se nos acercaban para llevarnos a Bujara. Tras regatear con uno de ellos, conseguimos que nos llevase por 38.000 SOM (unos 10€).

El trayecto hasta el centro de Bujara, en la plaza Lyabi hauz, fue de unos 30 minutos. Una vez allí, intentamos buscar algunos de los hoteles cercanos que teníamos en nuestra lista, para ver si alguno tenía disponibilidad y nos gustaba. Tras visitar un par de ellos, finalmente el que más nos gustó, sobre todo por el trato y la amabilidad de su dueño, Fakhari y de su familia, fue el hotel Samani Bukhara.

Por lo tanto, reservamos dos noches con desayuno por 60$ en total. La habitación era sencilla, pero cómoda. El hotel, céntrico y tranquilo, está cerca de la plaza Lyabi Hauz. Además, tenía un patio interior donde sentarse y relajarse.

Hablando con Fakhari, le preguntamos dónde y cómo comprar los billetes de tren para poder ir a Urgench, la estación de tren más cercana a Khiva. Habíamos leído que había una pequeña tienda de venta de billetes en el centro de Bujara. Sin embargo, como confirmamos al llegar, estaba cerrada.

Fakhari nos dijo que la única manera de comprar los billetes era hacerlo en la propia estación,es decir, de donde acabábamos de venir. Por lo que, evidentemente, te recomendamos coger los billetes al llegar a la estación.

Viendo nuestra cara de angustia, el dueño se ofreció a hacernos el servicio de taxi, de ida y vuelta, y ayudarnos a comprar allí los billetes. Acordamos un precio de 100.000 SOM (unos 26€). Al principio nos pareció algo caro, pero, tras comprarlos, no nos lo pareció para nada. ¡Menos mal que lo hicimos con él! Porque al llegar a la moderna estación, la compra de billetes, consiste en 2 ventanillas, en las que se amontonaban sin orden ninguno decenas de personas. Las colas no existían. Como mejor pudimos, nos hicimos un sitio entre la multitud para esperar «nuestro turno». Después de más de una hora, conseguimos llegar a la ventanilla, donde gracias a Fakhari, pudimos conseguir los billetes, ya que allí nadie hablaba inglés.

Tras el estresante rato en la estación, volvimos tranquilos a Bujara, felices como niños con nuestros billetes en la mano y la tranquilidad de poder viajar a Urgench en dos días. Aprovechamos a comer algo de fruta y a descansar un rato en el hotel.

En nuestro caso, al no saber cómo iba a ir el viaje y cuántos retrasos o imprevistos íbamos a tener, no cogimos los billetes con antelación. Dejamos que, nuestro último país destino, Uzbekistán, pudiera tener improvisación. Si tienes el viaje más organizado, podrás coger los billetes por internet o a través de alguna agencia.

Después de descansar en el hotel y con una temperatura menos sofocante, aprovechamos para dar un paseo por Bujara. Nos acercamos hasta la plaza donde se encuentra la mezquita Poi Kalyan, la madrasa Mir-i Arab y el minarete Kalyan.

El conjunto es, sin lugar a dudas, la postal de la ciudad de Bujara, y un abanico de colores a lo largo del día. Merece la pena pasar por la plaza a diferentes horas del día para ver el cambiante contraste de colores.

Simplemente lo contemplamos desde el exterior, con intención de visitarlos al día siguiente.

Madrasa Mir-i Arab Bujara
Madrasa Mir-i Arab
Minarete Kalyan Bujara mezquita Poi Kalyan
Minarete Kalyan y Mezquita Poi Kalyan
Madrasa Mir-i Arab Bujara
Madrasa Mir-i Arab

En un lateral de la plaza, hay unas discretas escaleras que llevan a la terraza de un bar, desde donde se tiene una de las mejores panorámicas de Bujara. No lo dudamos, subimos a tomar una cerveza para disfrutar de la extraordinaria mezcla de colores provocados por el atardecer.

Panorámica terraza bar Bujara
Panorámica desde la terraza

Estábamos tan tranquilos, que se nos hizo de noche. Tuvimos que volver por las poco iluminadas calles de Bujara. A medio camino, aprovechamos para entrar a uno de los muchos bazares cubiertos que hay en la ciudad y disfrutar de su artesanía.

Mercado Bujara
Mercado en Bujara

Desde allí, fuimos de nuevo a la plaza Lyabi hauz y, antes de cenar, aprovechamos a ver otro mercado, esta vez dentro de la antigua madrasa Nadir Divan-Begi. En todo su perímetro, había puestos de artesanía y, en el centro, un bar donde poder tomar un té disfrutando de este precioso lugar.

Mercado Bujara
Mercado en Bujara

Tras un largo día aprovechamos para cenar, no muy lejos de allí, en la terraza del restaurante Budreddin, con música de fondo, buena temperatura, buen ambiente, y mucha tranquilidad.  Tienen mucha variedad de comida y las brochetas de carne son su especialidad. Cenar nos costó unos 100.000 SOM (unos 26€) para dos personas .

Si volviéramos a viajar aquí, ahora que seguimos una dieta sin gluten, creemos que podríamos cenar en un sitio como éste, ya que teníamos muchos platos a la parrilla, aunque también con muchas especias. El trato fue muy bueno y sabían inglés, por lo que, seguramente, sería fácil hacerse entender para que adaptasen algunos de los platos para celiacos.

Tras la tranquila cena, fuimos a descansar. Al día siguiente nos esperaba Bujara con todo su esplendor.


Para ver el itinerario completo de nuestro viaje, entra en 21 días en Kirguistán, Tayikistán + GBAO y Uzbekistán.