Un nuevo día en la Ruta del Pamir. Dormimos a más de 4.000 metros y nos costó mucho dormir. Las camas tampoco ayudaban, así que nos levantamos bastante cansados. La experiencia más curiosa fue, al amanecer, ir a los baños compartidos, que estaban fuera de la casa, y encontrarnos un yak con su cría tumbado en la entrada del baño. Por suerte, había dos baños (uno occidental y otro estilo letrina), así que, al menos pudimos utilizarlo, aunque la primera imagen del día fue totalmente curiosa.

Como nos levantamos temprano, desayunamos tranquilos en el hostal. Un desayuno recién preparado a base de huevos, pan y fruta, y algo que nos sorprendió muy gratamente, crepes con mantequilla y mermelada.

Pagamos a la dueña la estancia, la cena y el desayuno. Fueron 15$ por persona. Pagamos en dólares, aunque también aceptaban Somonis. Nos despedimos e iniciamos nuestra ruta hasta Langar, ya en la frontera con Afganistán.

Nuestra primera parada en el camino fue en los geyseres del Tajik National Park. Son pequeños comparados con otros que habíamos visto en otros países, pero nos gustó verlos en medio de este paisaje y, sobre todo, solos y en silencio. Eso sí, hacía bastante frío, y, hemos de reconocer, que no habíamos llevado mucha ropa de abrigo al viaje.

Geyseres en Tayikistan
Geyseres en GBAO

Desde allí, nos dirigimos a los lagos Yashikul y Bulunkul. Para ello, había que entrar dentro de la reserva del Tajik National Park de GBAO, por lo que tuvimos que pasar por una especie de puesto fronterizo del parque, donde pagamos una entrada para poder estar dentro durante un día. El precio fue de 10TJS (aprox. 1$) por persona.

En nuestro caso, sólo íbamos a visitar estos preciosos lagos, pero el parque es inmenso y hay muchas cosas que ver, que dejamos para una próxima visita. Entre ellas, dejamos pendiente una visita al lago Sarez, en ese mismo parque, pero también al lago Iskanderkul, al norte de Tayikistán, cerca de las montañas Fann.

En esta ocasión, nos sentimos afortunados por visitar estos dos lagos, que tienen un color espectacular y en los que el paisaje de fondo los hace aún más bonitos.

Al borde de uno de los lagos, nos sentamos para comer unas galletas y disfrutar del mar de tranquilidad.

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Lago Bulunkul
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Lago Bulunkul
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Lago Yashikul
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Lago Bulunkul
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Lagos del parque nacional Tajik

El enclave de los lagos fue espectacular. Unos paisajes maravillosos y una tranquilidad y un silencio que nos dejaron totalmente relajados.

Sin embargo, el nivel de relajación iba a bajar de manera exponencial. Turat nos advirtió que desde ese punto hasta llegar a Langar era uno de los peores tramos de la ruta y que íbamos a tardar tiempo y tener que ir con cuidado.

No tenemos muchas fotos ni vídeos de aquellas horas, aunque tenemos un recuerdo mental perfecto de aquello. Fueron una mezcla de sensaciones de adrenalina, felicidad, miedo, angustia…

Y es que el camino de tierra iba siendo cada vez más estrecho, cada vez con más curvas, y, sobre todo, el precipicio que dejábamos a un lado era cada vez más alto, hasta que llegó un momento que incluso se veían a lo lejos coches oxidados que, imaginamos, no habían tenido la misma suerte que nosotros.

Los momentos de mayor tensión llegaban cuando, de repente, aparecía un coche que venía en dirección opuesta. Con una maniobra milimétrica, los coches conseguían pasar, no sin que a los conductores les cayera alguna gota de sudor. Por suerte, la carretera no es muy transitada y nos cruzamos con pocos coches.

Tenemos que destacar la habilidad de los conductores y, en nuestro caso, de Turat. Ya que, cuando nosotros veíamos la rueda al borde del precipicio, él iba tan «tranquilo».

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Camino a Langar
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La parte más complicada y más bonita de la ruta del Pamir

La parte positiva es que las vistas que teníamos al fondo, con el Hindu Kush, era de postal. Y que ese tramo fue toda una experiencia, que no sabemos si repetiríamos, pero, que nos encantó hacer y que recordaremos siempre.

Tras varias horas de tensión, empezamos a bajar una carretera zigzagueante, para, por fin, llegar al valle, donde pudimos ver camellos en la orilla afgana y, enseguida, llegar a Langar.

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Camellos en Afganistán

Una vez allí, fuimos directos al Zumrat homestay, donde nos alojamos en un habitación doble, con baño compartido en el patio, y con cena y desayuno incluidos. Por todo, pagamos 130TJS (unos 12€ por persona). Lo llevaba una mujer muy amable, junto con un montón de niñ@s que correteaban por el patio de la casa. Era un sitio tranquilo.

Aprovechamos a dar un paseo por Langar, con ánimo de encontrar un sitio donde poder tomarnos una cerveza, ya que, durante toda la ruta, para reducir los efectos del mal de altura, no habíamos tomado alcohol. Así, aprovechamos también a ver el pueblo, que, no tiene demasiado para ver, aunque resulta, como el resto de pueblos que habíamos visto, curioso por sus antiguos edificios y coches.

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Una calle de Langar

A las afueras del pueblo, paramos en un pequeño hotel en construcción, donde preguntamos y amablemente nos sirvieron las únicas dos cervezas que tenían en una especie de almacén. No estaban frías, pero nos sentaron genial.

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Tomando unas cervezas en Langar

Allí disfrutamos de un rato de tranquilidad y de las vistas de las montañas. Después, volvimos tranquilos por un camino de tierra hasta el homestay, donde nos prepararon una cena a base de verduras y patatas. Cenamos en un pequeño comedor, en el que había otros turistas que estaban haciendo la ruta en sentido inverso a nosotros.

Durante la cena charlamos con Turat , compartiendo confidencias. Se nos hizo muy tarde, así que nos fuimos directos a descansar para continuar al día siguiente…


Para ver el itinerario completo de nuestro viaje, entra en 21 días en Kirguistán, Tayikistán + GBAO y Uzbekistán.