Por fin llegó el día de comenzar la ruta del Pamir. Kirguistán nos encantó y lo disfrutamos mucho. De hecho, nos gustaría volver para poder visitar algunos lugares que habíamos dejado pendientes. Sin embargo, una de las cosas que más deseábamos de este viaje, era poder hacer la ruta del Pamir. Habíamos preparado y leído mucho sobre esta mítica y misteriosa ruta.

Turat nos vino a buscar temprano al EcoHouse Guesthouse, donde acabábamos de desayunar y preparar todo el equipaje para marcharnos.

Antes de salir de Osh, Turat nos recomendó ir al bazar principal de la ciudad para cambiar dinero a moneda tayika, ya que, después, sería difícil hacerlo y el cambio sería peor. Turat nos dijo que el bazar era uno de los lugares donde conseguir mejor cambio. Además, nosotros le esperamos en el coche, mientras él se encargó de todo, por lo que, como local, consiguió un mejor cambio.

Después de pasar por el bazar, fuimos a un supermercado. Teníamos que comprar comida y agua para los próximos 7 días, ya que en la ruta sería difícil y caro poder encontrar víveres. Tratamos de comprar comida no perecedera (embutido, queso, galletas, pan…) y mucha agua embotellada. Compramos sobre todo litros y litros de agua, porque beber mucho es importante para combatir el mal de altura.

Cuando hicimos esa compra, no seguíamos una dieta sin gluten. Una pregunta que nos hacemos, cada vez que recordamos este viaje, es cómo lo podríamos hacer hoy en día, como celíacos. En parte, creemos que sería sencillo, al tener que llevar tu comida y al no haber casi restaurantes en el camino. Dependeríamos de nosotros mismos. Eso sí, gran parte de esa comida tendríamos haberla traído desde España, ya que es muy probable que no haya productos (pan, galletas, etc.) sin gluten en los supermercados que visitamos en Osh. Por otro lado, en los hostels donde desayunamos y comimos a lo largo de la ruta, hubiera sido muy difícil comer como celiacos, por la falta de opciones y de higiene. Y, por supuesto, en todos, tenían predisposición y voluntad por hacer sentir al huésped contento, así que estamos seguros de que saldríamos adelante.

Después de cambiar dinero y hacer la compra, salimos rumbo a Sary Tash, el último pueblo de Kirguistán antes de entrar en la frontera tayika. Desde Osh, a 970 m.s.n.m, íbamos a acabar el día y dormir en Sary Tash, con casi 3.200 m.s.n.m.

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Yurtas en la ruta del Pamir

Empezamos esta aventura muy emocionados y con muchas ganas de disfrutar de la ruta, de los paisajes…, pero también con la incertidumbre de qué nos íbamos a encontrar en el camino, si conectaríamos con Turat…

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Inicio de la ruta del Pamir

Enseguida empezamos a ver paisajes montañosos de ensueño, muy verdes al principio y más áridos según íbamos ascendiendo por las montañas y ganando altura. Al inicio de la ruta, la carretera está asfaltada y muy bien conservada.

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Carretera Osh-Sary Tash

Según van pasando los kilómetros, la carretera empieza a perder «asfalto» para convertirse en pista de tierra, llegando a convertirse en un zigzageante camino de barro, en muchos tramos ascendente. Nos parece incluso imposible que los coches puedan circular por algunos de esos tramos de carretera.

Tras varias horas recorriendo diferentes paisajes y distintos tipos de carretera, llegamos a Sary Tash, nuestra primera parada en el camino. Nada más llegar, Turat nos lleva a un pequeño bar del pueblo donde sirven únicamente dumplings (una especie de empanadillas), por supuesto, de cordero. Para acompañar la comida tomamos té, que, según Turat, ayuda con el mal de altura. El pequeño local está lleno de hombres locales, la mayoría ancianos, todos con el típico sombrero kirguís (altoy  blanco), llamado “ak kalpak“.

Después de comer, empezamos a buscar alojamiento. Aunque sabíamos que las comodidades que podríamos encontrar eran muy básicas, le pedimos a Turat, que, si fuera posible el alojamiento tuviera baño occidental, es decir, que no fuera una letrina. Intentamos en un par de casas de huéspedes, pero ni siquiera tenían baño. Finalmente, nos acercamos al pequeño hotel Muras, en las afueras. Aunque compartido, tenía baño occidental. El alojamiento no tenía luz ni agua todo el día, como el resto de hostels, pero sí por la noche. Así que, para utilizar el baño durante el día, era necesario usar cubos de agua, que la dueña iba a coger a un río cercano.

Al inicio, tuvimos una pequeña discusión con la dueña de la casa, ya que sólo nos dejaba alojarnos a nosotros, a Turat no. Nosotros insistimos a la dueña en que sólo nos quedaríamos si dejaba que los tres nos quedáramos y finalmente aceptó.

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Sandra con el Hotel Muras detrás

El hotel tiene pocas habitaciones y un salón común, donde cenar o simplemente descansar. Nuestra habitación era una pequeña habitación de dos camas y una antigua estufa de leña. Como curiosidad, el hotel tenía baños tipo letrina fuera de la casa. Turat sólo utilizaba esos, funcionara o no el del hotel, ya que nos decía que él estaba acostumbrado a ese tipo de baño.

El precio de la habitación era de 800KGS  (unos 11$) por persona, con desayuno incluido.  La cena, en caso de quererla, eran 4$ más por persona. Como llevabamos comida, no cogimos cena en el hotel. Eso sí, como en el resto de alojamientos de la ruta, siempre está a disposición un termo de agua caliente para entrar en calor y combatir el mal del altura.

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Panorámica Sary Tash desde el Hotel Muras

Una vez situados, salimos a recorrer Sary Tash. Un enclave curioso y en el que la vida transcurría pausada y tranquila.

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Sary Tash

Tras el paseo, fuimos al hotel, donde compartimos un rato con Turat en el salón, cenando, charlando y empezando a conocernos. Es en ese momento cuando empezamos a compartir confidencias y a congeniar.


Para ver el itinerario completo de nuestro viaje, entra en 21 días en Kirguistán, Tayikistán + GBAO y Uzbekistán.