Como llegamos temprano, nada más llegar al hotel, dejamos las cosas y nos pusimos en marcha para aprovechar lo máximo posible el tiempo.
Nos alojamos en el hotel Casa Blanca Montevideo. Es un hotel sencillo. Está situado en una de las mejores zonas de la ciudad, en pleno centro, a 10 minutos andando de los principales puntos de interés (Plaza de la Independencia, Puerta de la Ciudadela, etc.). Además, tiene restaurantes cerca y un supermercado enfrente. Relación calidad – precio – ubicación muy satisfactoria.
Como era el primer día y estábamos recién aterrizados, decidimos hacer un recorrido tranquilo, por la zona Este de la ciudad.
Montevideo es la ciudad más grande de Uruguay, pero, a pesar de esto, las distancias no son demasiado grandes, incluso muchas de ellas se pueden recorrer a pie. Para moverte hay 3 opciones de transporte: taxi, Uber y autobús.
RUTA:
- Estadio Centenario
- Letrero MONTEVIDEO
- Paseo por la Playa de los Pocitos
- Parqué Rodó
- Comer un chivito (sin gluten)
Decidimos empezar el día visitando el Estadio Centenario. Está un poco lejos del centro de la ciudad, a 1 hora andando.
No solemos utilizar medios de transporte para movernos por las ciudades, nos gusta visitarlas caminando, ya que, por el camino, puedes encontrarte sitios y experiencias maravillosas que no aparecen en las guías. Pero, en este caso, decidimos coger el autobús, porque hacer a pie la ruta completa iba a llevarnos demasiado tiempo.
Resultó ser muy buena idea, ya que, además de tratar con la gente local, pudimos ver la larga Avenida 18 de Julio, que mide unos 3 kilómetros aproximadamente.
Para ir en autobús del Centro al Estadio Centenario, hay que coger el bus nº 21. Se coge en la calle Avenida 18 de Julio, en la parada de la plaza Cagancha, y hay que bajarse en la Avenida Italia. El trayecto dura unos 15 minutos y, tras bajar, hay que andar unos 10 minutos hasta el Estadio. El billete del autobús cuesta 38 UYU por persona (1€). Recomendamos preguntar al conductor dónde bajarse. Con nosotros fue muy atento y nos indicó cuándo bajarnos y hacia dónde dirigirnos andando.
Aunque nada más bajarte del bus, se ve perfectamente el Estadio, así que tampoco hay mucha pérdida.
El Estadio es pequeño y antiguo, pero con encanto. En 1983 fue declarado Monumento Histórico del Fútbol Mundial. El símbolo de este Estadio es la Torre de los Homenajes, que se levanta imponente sobre éste, con una altura de 100 metros.
La entrada al Estadio incluye la visita al Museo del Fútbol y cuesta 150 UYU por persona (3,75€).
Aunque no seas amante del fútbol, te recomendamos verlo, al fin y al cabo, es una parte de la historia de Uruguay. Puedes visitarlo por tu cuenta y dedicarle el tiempo que te apetezca. Además, en la entrada, hay una pequeña tienda de souvenirs del Estadio. Nosotros compramos una camiseta de la Selección Uruguaya diseñada por la Fundación Celeste, dedicada a fomentar los valores del deporte en la educación de los niños, por lo que una parte del precio se destina a esta causa. Fue el regalo perfecto para un amigo que hace colección de camisetas deportivas.
Del Estadio, nos dirigimos a ver el letrero de Montevideo, que se encuentra también en la zona Este de la ciudad, en la Playa de los Pocitos. Andando tardamos aproximadamente 45 minutos.
Cerca del letrero se encuentra el Museo Naval. Nosotros no entramos, pero puede ser una visita interesante para las personas a las que les interese y les guste el tema marítimo.
Este letrero fue una iniciativa transitoria del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en 2012. La intención era retirarlo, pero tuvo tanto éxito que se ha convertido en un atractivo turístico.
El mejor momento para visitarlo y hacerte una foto es por la mañana, ya que, si se va al atardecer, el sol estará por detrás del letrero.
De ahí, decidimos ir al parque Rodó, tranquilamente por el paseo marítimo de la Playa de los Pocitos.
La Playa de los Pocitos es parte de la Rambla de Montevideo, que mide unos 20 kilómetros bordeando el Río de la Plata, así que la playa no es de mar sino de río. En el siglo XIX, Pocitos era un pueblo que, posteriormente, se incorporó como barrio a Montevideo. Su nombre viene de esa época, en la que las lavanderas iban a lavar la ropa al río haciendo pozos sobre la arena.
Aunque es una de las más concurridas de la ciudad, fuimos en agosto, invierno allí, así que apenas había gente. Además, hacía bastante frío, por lo que si venís en esta época, os recomendamos ir con ropa de abrigo.
El Parque Rodó está junto a un barrio residencial. Tiene un lago navegable en barca y atracciones de feria de estilo vintage. Y dentro, también se encuentra el Museo Nacional de Artes Visuales.
Como apenas había gente y las atracciones estaban cerradas, no sabemos si porque era la hora de comer o porque en invierno hay menos actividad, después de un pequeño paseo por el parque, decidimos ir a comer. Tras pasar toda la mañana caminando, teníamos mucha hambre.
Uno de los platos típicos de Uruguay es el chivito y, por supuesto, queríamos probarlo.
Un hombre nos contó la historia de cómo se creó el Chivito:
Una mujer entró en un restaurante y pidió carne de chivo. El camarero, al no tener ese tipo de carne, le hizo un bocadillo de carne de vaca, con todos los ingredientes que pudo encontrar, entre pan y pan. Pensó que, con tanta variedad de sabores, la mujer no se daría cuenta de que no era carne de chivo. Y, efectivamente, la mujer no lo notó.
Habíamos leído sobre un sitio que ponen chivitos sin gluten, así que decidimos ir allí, al restaurante TEN – Placeres sin gluten. El precio por dos chivitos completos fue de 719 UYU (18€).
Después de comer, fuimos a descansar un rato al hotel.
Por la tarde, decidimos dar un paseo por la parte vieja de la ciudad. En unos 10 minutos andando desde el hotel, llegas a la Plaza Independencia, donde está la puerta de la Ciudadela, por la cual se entra en la peatonal Sarandí. Sólo dimos un pequeño paseo por la zona, ya que al día siguiente teníamos pensado hacer un free tour de esa parte de la ciudad.
La peatonal Sarandí está llena de puestos callejeros y hay una variedad de tiendas donde comprar recuerdos. Allí conocimos a un señor que vendía placas metálicas del puerto, pintadas a mano. Estuvimos un rato hablando con él, un hombre muy interesante. Tras una conversación muy enriquecedora, nos pareció una idea perfecta comprar una de sus placas como parte de nuestra “Colección de cuadros del Mundo” y así acordarnos siempre de ese momento.
Después del paseo, decidimos volver al hotel.
Para cenar, compramos algo de comida en el supermercado que está enfrente.
Para más información sobre nuestra visita a Montevideo, puedes visitar nuestro post Qué ver en Montevideo.
Para ver el itinerario completo de nuestro viaje, entra en 19 días en Uruguay, Argentina y Chile.