Nos levantamos tranquilos y disfrutamos del desayuno en el hotel. Fuimos temprano para no tener que cruzarnos con todos los grupos que se alojaban en el hotel. Nos atendieron de maravilla en lo relativo a la comida sin gluten, y pudimos desayunar bien. Mientras tomábamos el café, revisamos nuestra ruta del día.

RUTA (400 km):

  1. Höfn
  2. Stokksnes
  3. Faro de Hvalnes
  4. Djúpivogur
  5. Cascada Nykurhylsfoss (Sveinsstekksfoss)
  6. Fiordos del Este
  7. Cascada de Gufufoss
  8. Seydisfjördur
  9. Egilsstadir 

Salimos desde el hotel por la carretera principal 1 en dirección Egilsstadir. Tras 1 hora de ruta, nos desviamos por la carretera 99 para ver el pequeño pueblo de Höfn. Aparcamos en la zona del puerto y dimos un pequeño paseo por esa zona. No estuvimos mucho tiempo, ya que no paraba de llover, o mejor dicho, de diluviar. El pueblo es tranquilo y tiene su encanto, aunque no acabamos de encontrar ese encanto del que nos habían hablado…quizás por la lluvia.

Hofn islandia sin gluten free
Puerto de Höfn

Desde allí, continuamos nuestra ruta unos 15 km. Antes de llegar a un túnel, hay un desvío hacía la pequeña península de Stokksnes. Las vistas por la pequeña carretera hasta llegar al Viking Café, son una maravilla.

Vistas del camino a la península de Stokksnes

Esta cafetería es el último punto de la península al que se puede acceder de manera gratuita. Después es un área privada. Hay una barrera que sólo se levantará si pagas 900 ISK (unos 6€) por persona en la propia cafetería. La entrada te permite visitar una granja, un pueblo vikingo y el faro al final del camino.

Vistas desde Viking Café – Península de Stokksnes

Habíamos oído opiniones diferentes sobre si merece o no la pena. Nosotros, decidimos no pagar y continuar con nuestra ruta. No teníamos tiempo y preferíamos disfrutar de otras cosas. Las vistas desde el café, ya eran preciosas. No necesitábamos ir mucho más allí.

Vistas maravillosas por el camino

Cruzamos el túnel por la carretera principal y nos dirigimos hacia el faro Hvalnes. No hay que desviarse apenas de la carretera principal, ya que además, su color naranja es visible casi desde el coche. Tiene unos 12 metros de altura y no es muy antiguo, del año 1954. Merece la pena pararse a verlo, tanto el faro como las vistas desde su base.

Faro Hvalnes

Continuamos desde allí en dirección a Djúpivogur, uno de los últimos pueblos antes de empezar a recorrer los fiordos del este. El trayecto duró 1 hora, y aprovechamos para hacer algunas paradas para contemplar el oleaje y las magníficas vistas de la costa y sus playas de arena negra.

Vistas de la costa

Así, llegamos a Djúpivogur, un pequeño pueblo que pertenece a la red Citaslow. Este movimiento, creado en Italia en 1999, fomenta ciertos valores en sus municipios, persiguiendo una mejor calidad de vida, respeto medioambiental y un estilo de vida saludable entre otros.

Nosotros aparcamos en el centro de la ciudad, en el parking de un supermercado. Allí, compramos algunas cosas y comimos un sandwich en el coche. Justo enfrente, pudimos ver la casa de unos peculiares habitantes: los elfos.

Casita de los Elfos en Djúpivogur

Después, dimos un paseo por el pueblo. Un sitio tranquilo para disfrutar. Curiosamente, lo más conocido de la ciudad es una obra de arte particular: unos «huevos» instalados a lo largo del puerto. Con esta curiosa vista, nos marchamos a recorrer los fiordos del este.

Puerto de Djúpivogur y sus famosos «Huevos»

La ruta por los fiordos fue una de las experiencias más bonitas de nuestro viaje. Recorrer la carretera que bordea toda la costa, viendo el lado contrario, las vistas, los colores, los paisajes… es una experiencia única que nos encantó. Tenemos que decir que el tiempo acompañó y eso ayudó a disfrutar más del recorrido.

Vistas maravillosas por el camino
Vistas maravillosas de los fiordos

En el primer fiordo simplemente nos desviamos un momento para ver la pequeña cascada Sveinsstekksfoss. No es muy grande pero apenas hay que desviarse 1 km y tiene un pequeño parking donde descansar un poco.

Cascada Sveinsstekksfoss

Después, fuimos disfrutando de la ruta por los fiordos, disfrutando de cada instante. Tuvimos la suerte de ver focas, renos, y, por supuesto, cientos de las características ovejas islandesas.

Vistas maravillosas por el camino

Tuvimos la duda de desviarnos por la carretera de montaña 939, pero finalmente decidimos no hacerlo. La ruta por esta carretera a Egilsstadir es más corta, pero es de montaña y en invierno puede ser difícilmente transitable. En caso de ir por esta ruta, se pueden ver varias cascadas.  Nosotros fuimos por la carretera 1, bordeando los fiordos para finalmente pasar un largo túnel de unos 6 km.

Vistas maravillosas de los fiordos

Al salir, estábamos en medio de las nevadas montañas, con un paisaje totalmente diferente. El color rosa del cielo y el reflejo en la nieve nos llamaron mucho la atención. El día estaba despejado y pudimos ver a lo lejos Egilsstadir.

Carretera 93 en dirección a Seydisfjördur

Antes de llegar, nos desviamos por la carretera 93 en dirección a Seydisfjördur. Teníamos muchas ganas de ver este pequeño pueblo enclavado en un fiordo. La carretera es un puerto de montaña. No fue del todo fácil conducir por ella, por lo que te recomendamos ir sólo si la carretera está en buen estado, ya que son 30 km de zigzagueante subida y bajada.

En la parte alta, se puede tener una panorámica de Egilsstadir, a un lado, y un poco más adelante, de Seydisfjördur. Bajando hacía este último, nos paramos en la pequeña cascada de Gufufoss. Hay una zona en la orilla de la carretera para dejar el coche y se puede ver sin andar mucho.

Panorámica de Egilsstadir

Continuamos hasta llegar a Seydisfjördur, donde aparcamos en un parking a la entrada del pueblo, junto a un supermercado. Desde allí, dimos un paseo por el pueblo pasando por la iglesia, a través de su colorido camino, el puerto, las casas de colores…

Iglesia de Seydisfjördur
Seydisfjördur

Nos pareció un pueblo con mucho encanto que, sin duda, recomendamos visitar, o incluso dormir en él, ya que había varias guesthouses. No pudimos dedicar mucho tiempo a visitarlo, ya que empezaba a anochecer, así que volvimos a Egilsstadir, donde habíamos reservado alojamiento en Skipalaekur Guesthouse.

Allí cenamos tranquilos y estuvimos charlando con un grupo de turistas malayos, que nos indicaron un lugar donde quizás pudiéramos ver auroras. No lo dudamos y allí fuimos. No lo habíamos conseguido hasta ese momento y teníamos que intentarlo. Fuimos a un parking en un lago cercano y finalmente lo conseguimos, vimos por primera vez una aurora boreal. Aunque no es tan sencillo como parece o como te dicen. Es complicado tener una imagen nítida al ojo humano, aunque las cámaras te permiten ver los verdes movimientos de la aurora.

Auroras Boreales! Conseguido!
Disfrutando de las mágicas auroras boreales

Muy contentos, volvimos al guesthouse. En el patio trasero, estuvimos viendo un buen rato, con nuestros compañeros de alojamiento, las auroras y sacando varias fotos. Empezaba a hacer frío, así que nos fuimos a descansar, con un gran sabor de boca del día y con la guinda de haber visto auroras. Fue toda una suerte, ya que no volvimos a ver ninguna en el resto del viaje.


Para ver el itinerario completo de nuestro viaje, entra en 12 días en Islandia.