Llegamos a Bakú a primerísima hora de la mañana. La verdad es que los vuelos de conexión para ir a Bakú, en 2024, no son los mejores, ya que las horas de llegada y salida, con escalas, son bastante tarde o muy pronto.
Además, tuvimos un imprevisto. Por la noche, antes de embarcar, nos cancelaron el apartamento que teníamos reservado en Bakú. Es un poco caótico, saber que vas a llegar a las 6:00 de la mañana y que no vas a tener hotel. Al haber reservado el hotel con booking.com, llamamos por teléfono y enseguida nos dieron varias alternativas: buscarnos un apartamento en una zona cercana, darnos una compensación para que buscaramos un hotel nosotros… La verdad es que la atención fue muy buena. Es mejor no tener que tener que utilizar el teléfono de «emergencia», pero es bueno saber que cuando llamas te dan una solución. En nuestro caso, nos dieron una compensación de 50€ que utilizamos para pagar 1 noche de hotel.
Como teníamos que embarcar, no nos dió tiempo a seguir hablando con ellos, así que decidimos buscar hoteles una vez llegáramos.
Tras llegar a Azerbaiyán, tuvimos que mostrar el visado electrónico, que habíamos sacado con antelación, y el pasaporte en el control de aduanas. Es un trámite sencillo y no hacen muchas preguntas, más allá de saber si has visitado recientemente Armenia. En nuestro caso, habíamos previsto el viaje haciendo la ruta Azerbaiyán-Georgia-Armenia, precisamente para evitar este problema ya que, si has estado en Armenia, no permitirán tu entrada a Azerbaiyán.
Tras pasar el control y recoger nuestros equipajes, nos dirigimos fuera del aeropuerto, donde nos esperaba Ramil, el conductor que habíamos contratado para recorrer Azerbaiyán. En el aeropuerto aprovechamos a cambiar algunos euros a la moneda local (AZN o manat) para poder pagar los primeros días. A diferencia de otros aeropuertos internacionales, el tipo de cambio no era muy diferente de las casas de cambio de la ciudad. Hay varias ventanillas de cambio con distinto tipo de cambio. Lo mejor es que elijas la que mejor te convenga, en función de si quieres cambiar euros o dólares.
Desde el aeropuerto al centro de la ciudad tardamos aproximadamente 1 hora. Había bastante tráfico y eso que eran las 6:00 de la mañana, pero ya había amanecido. Fuimos directamente a la parte vieja de la ciudad y preguntamos en varios hoteles si tenían disponibilidad, hasta que dimos con uno en el que tras regatear, nos ofreció habitación con desayuno hasta las 12:00 por 50€. Estábamos muy cansados así que decidimos quedarnos allí, desayunar fuerte, descansar y buscar otro apartamento por internet para movernos a las 12:00.
El personal del hotel fue muy amable y nos ayudó a adaptar nuestro desayuno para celiacos, con huevos y bacon cocinados en un sitio aparte. Café, zumo y el pan sin gluten que llevabamos, hicieron el resto.
Descansamos, cogimos un apartamento cercano al centro, cerca de Fountain Square y a las 12:00 fuimos para allí. El apatamento estaba muy bien y era muy amplio.
La mañana fue un poco caótica, pero todo acabó bien. Fuimos a comprar algo de comida a un supermercado y cocinamos en el apartamento.
Por la tarde, fuimos andando a la ciudad vieja. Para ir hasta allí, recorrimos la bulliciosa Fountain Square, una de las plazas principales de la ciudad, en la que vimos un ambiente muy cosmopolita, mucha gente, artistas locales y, por supuesto, muchas fuentes.
Tras cruzar las murallas de la ciudad vieja, nos acercamos a la famosa Torre Maiden. Esta torre es el punto más alto de la ciudad vieja, donde en su día, llegaron a vivir más de 8.000 personas. No se sabe con exactitud la antigüedad de esta parte de la ciudad, pero tiene más de 10 siglos.
Entramos a la Torre Maiden. La entrada se puede comprar en un pequeño quiosco marrón que hay justo enfrente. El precio es de 15 AZN por persona. Los niños entran gratis. En los diferentes niveles de la torre, se cuenta la historia de Bakú. Armaté de paciencia, porque hay que subir muchos escalones para llegar a la parte más alta, desde donde se tienen unas vistas de todo Bakú. ¿Merece la pena subir? A nosotros nos pareció que sí.
Desde allí, nos dirigimos al museo de marionetas, que, lamentablemente, estaba cerrado. Nos dijeron que no habría hasta diciembre del 2024. Así que, fuimos a la mezquita Juma (que significa viernes). Esta pequeña mezquita, tiene una entrada para hombres y otra para mujeres, aunque los turistas pueden entrar a visitarla si no hay hora de rezo, eso sí, cubiertos.
Desde allí, fuimos a la mezquita Mohammed y su minarete. Esta mezquita está cerrada al público, aunque disfrutamos de verla por fuera.
El resto del tiempo, aprovechamos para callejear y perdernos por el casco antiguo. Hay muchas callejuelas, tiendas de artesanía y antiguüedades, restaurantes, cafeterías….
Dejamos la ciudad vieja para ir a una de las calles principales fuera de la muralla, tratanto de buscar alguna tienda donde encontrar productos sin gluten. Finalmente, tras preguntar en varios sitios, dimos conun par de tiendas de comida orgánica con salchichón, queso y chorizo de marcas españolas con el sello sin gluten. Aprovechamos a comprar algunas cosas y volvimos paseando al apartamento para cenar y descansar tras un día largo e intenso.