Nuestro guía en Bután nos dijo que nunca antes había oído hablar de la celiaquía, pero que, después de nuestro viaje, no se le iba a olvidar.
Antes de viajar, cuando estábamos buscando agencias, hicimos lo que hacemos en la mayoría de nuestros viajes: explicar qué es la celiaquía, cuáles son nuestras necesidades, adjuntando una de nuestras tarjetas y diciendo qué es un punto muy importante para nosotros. Tratamos de enfatizar que es una enfermedad y que no lo estamos pidiendo como algo opcional o por capricho.
Desde la agencia que elegimos finalmente, Heavenly Bhutan Travels, contestaron muy bien a nuestra solicitud, preguntándonos alguna duda y asegurándonos que, tras consultarlo, los lugares donde comeríamos adaptarían los platos para que pudiéramos comer con total tranquilidad.
Una parte positiva de Bután, en este sentido, es que, al tener que viajar sí o sí con una agencia, ellos se encargan de reservar la parte gastronómica, ya sea en restaurantes u hoteles. En general, desayunos y cenas en el hotel y comidas en restaurantes.
Aunque en muchos de los sitios era tipo buffet, a nosotros nos lo preparaban aparte, fuera del buffet para evitar la contaminación cruzada.
Por otro lado, tanto los guías como los trabajadores de los hoteles son muy serviciales y tratan de asegurar que los turistas se encuentren contentos, en todos los ámbitos, el gastronómico incluido.
Y, por último, una gran parte de la cocina butanesa son platos de verduras, por lo que es fácil servirlas limpias y estar alimentado.
Nuestra opinión es que, aunque en Bután no conocen casi la celiaquía, es posible comer de manera segura sin gluten si lo explicas adecuadamente antes y durante tu estancia.
Por supuesto, te recomendamos llevar algo de comida en la mochila desde España. En el equipaje se puede llevar comida envasada. Nosotros llevamos algunas galletas y snacks sin gluten. No vimos ningún producto sin gluten de este tipo en las tiendas a las que entramos. Sí vimos productos genéricos, sobre todo frutas y verduras.
Sobre la gastronomía local, su principal ingrediente es el picante. La mayoría de los platos llevan unos pequeños chilis muy muy picantes. Toman carne de pollo, yak, ternera y cerdo. También pescado, aunque en menor medida. En cuanto a verduras y hortalizas, son platos clave y destacan las espinacas, el tomate, la patata y el arroz. Lo que nos pareció más curioso es que cocinan la planta del tomate como tal.
Muchos de los platos eran hervidos o fritos, con mantequilla. En nuestro caso, en una sartén limpia.
El plato más conocido es el Ema Datshi, que es una mezcla de queso y chili, con acompañamiento de judías verdes, patatas o champiñones. También se consumen los momos o dumplings, que nosotros, al llevar gluten, no tomamos.
Prácticamente comimos los mismos platos durante todo el viaje: arroz, verduras fritas o cocidas, sin salsa, carnes a la brasa y frutas. Aunque nos servían en todas las comidas una variedad de platos, fue un poco monótono comer los mismos ingredientes. Sin embargo, no nos importó demasiado, ya que pudimos comer tranquilos y con seguridad de poder seguir nuestra dieta. Además, sólo íbamos a estar unos pocos días en Bután y, por supuesto, relativizando, lo hemos pasado mucho peor en lo relativo a la comida en otros países.
En las fotos, podrás ver algunas de nuestras comidas durante nuestra estancia en Bután.