Nos levantamos con unas vistas increíbles: las del Dzong de Punakha, que tras desayunar íbamos a visitar.
Los Dzong, la construcción típica butanesa, son una especie de fortaleza-monasterio. Se empezaron a edificar en el siglo XVII con fines defensivos frente a los ataques exteriores y también con fines administrativos y religiosos. Eran y son un lugar clave para la vida meditativa de los monjes budistas.
Empezamos nuestro día visitando el Punakha Dzong o «palacio de la gran felicidad». Fue construido en 1637. El rey Jigme Dorji Wangchuck convocó la primera Asamblea Nacional en este Dzong en 1952.
Se encuentra en el punto de confluencia de dos ríos, Phochu y Mochu. Los ríos tienen genero en Bután. En este caso, el río Phochu es macho y el río Mochu, hembra. El Dzong se encuentra conectado a través de un puente colgante sobre Phochu, con los pueblos de Shengana, Samdingkha y Wangkha en la otra orilla.
El puente es muy bonito. La imagen del mismo con el Dzong al lado, o desde dentro del propio puente, es impactante.
El Dzong también es impresionante. Pudimos visitarlo con tranquilidad, tanto en el exterior como en el interior. Es un edificio imponente con sus coloridas salas, curiosamente decoradas. Sus patios llaman a la relajación. Este complejo fue el centro administrativo y sede del Gobierno de Bután hasta 1955, cuando se trasladó la capital a Thimphu. Ha sufrido terremotos e incendios, pero, tras varios siglos, continua en pie, majestuoso.
Tras esta visita fuimos a una pequeña fábrica de papel. La fabricación de papel es una parte muy importante de la cultura y tradición de Bután. Fue muy curioso ver cómo, de modo artesanal, fabrican una a una las hojas de papel. Allí mismo, compramos un cuadro del Nido del Tigre, pintado sobre una de esas hojas y que tenemos colgado en nuestra particular colección de cuadros de viajes.
Desde allí, nos dirigimos a Paro. Teníamos un largo camino por delante. Hicimos varias paradas en el camino, para estirar las piernas y también para que nuestro chófer comprara doma. El tabaco está prohibido, pero verás a muchos butaneses mascando doma. Es una mezcla de un tipo de nuez con lima, envuelta en una hoja, y que les deja la boca impregnada de un color rojo característico.
Cuando llegamos a Paro, fuimos directos a un restaurante. Antes de que nos preparan la comida, hicimos una actividad que nos encantó: tiro con arco vestidos con la indumentaria oficial de Bután: el gho para el hombre (una bata larga que llevan con calcetines altos) y la kira para la mujer (una falda cuadrada y una chaqueta ajustada). Es obligatoria en actos oficiales, eventos y también en colegios, oficinas gubernamentales, etc. Mucha gente la llevaba y nos gustó. De hecho, nos sentimos tan cómodos, que estuvimos a punto de comprarnos nuestra indumentaria a medida. Al final no lo hicimos, pero Sajan nos mostró varias tiendas donde poder comprarla.
En cuanto al tiro con arco, es el deporte nacional. También verás como lo practican en cualquier lugar. Vimos a gente utilizando viejos arcos de bambú en una pradera, pero también les vimos en zonas más profesionales con algunos arqueros utilizando modernos arcos de fibra de carbono.
Nosotros, en una zona en la parte trasera del restaurante, realizamos esta actividad con unos arcos de madera. No se nos dio demasiado bien, pero disfrutamos mucho y lo pasamos muy bien.
Para recobrar fuerzas, comimos unos buenos platos de verdura en el restaurante, donde Sajan, atento como siempre, ya había entendido las particularidades de la celiaquía y explicaba de maravilla nuestras restricciones.
Tras la comida, nos dirigimos hacia el Paro Dzong. Construido en el siglo XVII, es denominado «fortaleza sobre un montón de joyas». Antiguamente, era el lugar de reunión de la Asamblea Nacional. Actualmente, sirve como edificio administrativo local y como monasterio donde habitan y estudian más de 200 monjes. Muchas de las capillas y edificios están cerrados al público.
Sólo pudimos visitar sus patios y las zonas exteriores, ya que, de camino al Dzong, el tráfico estuvo cortado por unas obras en la carretera de acceso durante más de 1 hora y, cuando llegamos, su edificio principal estaba cerrado. Sin embargo, pudimos ver el complejo y su hermoso puente.
Tras la visita al Dzong, dimos una vuelta por la ciudad de Paro, donde aprovechamos a comprar algún pequeño recuerdo en alguna de las muchas tiendas que hay y que merece la pena visitar.
Desde allí fuimos al hotel, donde pasaríamos nuestras dos últimas noches en Bután: el hotel Mandala Resort, con buenas vistas de Paro y del valle. Cenamos tranquilos y nos fuimos a descansar temprano para coger energía. Al día siguiente ascendíamos hasta el icono de Bután: el Nido del Tigre.
Para ver el itinerario completo de nuestro viaje, entra en 23 días en Nepal, Tíbet y Bután.