Amanecemos en Biskek. Aún nos encontrábamos desorientados sin saber dónde estábamos. Nos levantamos muy temprano para desayunar en el B&B. La dueña nos preparó un huevo frito con verduras y un par de tostadas acompañadas de té. Nos trató de manera muy amable.
Nos despedimos y cogimos nuestras cosas. Habíamos quedado en la puerta del hotel con nuestro guía-conductor, Ermek. Mediante la web Indy Guide habíamos reservado un guía-conductor que nos llevara por algunos lugares que habíamos leído que merecía la pena visitar en Kirguistán (principalmente Ala Archa y Chon Kemin).
Sobre Indy Guide hablamos en otro post, pero es una web que a nosotros, en este viaje, nos funcionó de maravilla y que nos permitió ponernos en contacto con conductores locales de una manera segura y sencilla. De otro modo hubiera sido más complicado, esta web está enfocada para viajar a destinos no muy habituales de Asia.
En nuestro caso, teniendo en cuenta los días que teníamos y siguiendo las recomendaciones que nos dio Ermek por email, antes de viajar, acordamos hacer la siguiente ruta:
Día 1: Hacer un trekking en el Parque Nacional Ala Archa y visitar la Torre Burana.
Día 2: Visitar el parque natural de Chon Kemin y el lago Issyk Kul.
Día 3. Visitar Faire Tayle Canyon, volver al aeropuerto y volar a Osh.
Si hubiéramos tenido más días, hubiéramos realizado probablemente una ruta alrededor del lago Issyk Kul, visitando Cholpon-Ata o Karakol.
El precio acordado con Ermek para que nos llevara por el mencionado recorrido durante los 3 días, incluyendo la parte relativa a su alojamiento y comidas, fue de 210$ (unos 178€). A través de Indy Guide pagamos a Ermek el 15% y el resto acordamos pagarlo al acabar. La gasolina no estaba incluida y pagamos el depósito al finalizar la ruta (unos 1.600 SOM (unos 19€)).
Habíamos quedado temprano con Ermek y allí estábamos esperando cuando, de repente. apareció una furgoneta de la que se bajó una niña de unos 11 años que nos dijo en inglés que era Bermet, la hermana de Ermek. También se bajo del coche un hombre que no hablaba inglés, pero que le daba explicaciones a la niña. Ella nos explicó que su hermano no había podido venir y que había mandado a su padre, Baquet, como conductor y a ella como traductora.
Al principio, nos extrañó bastante y nos generó desconfianza. Estuvimos un rato desubicados hasta que Aigul, la hermana mayor de Bermet, nos llamó por teléfono y nos explicó de manera más detallada la situación.
Tras asumir que había un cambio de planes, pero que tanto Baquet como Bermet tenían claro lo acordado con Ermek, cambiamos el chip y empezamos a disfrutar de nuestra ruta por Kirguistán.
Además, desde que nos montamos en la furgoneta, Baquet y Bermet fueron muy amables. Él hablaba mucho y trataba de explicarnos cosas, que su hija trataba de traducir en su mejor inglés. Aunque, como suele pasar habitualmente, durante la ruta, muchas veces Baquet nos entendía y nosotros a él aunque estuviéramos hablando en distintos idiomas, ya fuera por gestos o por una simple sonrisa.
Nos dirigimos al Parque Nacional Ala-Archa. Desde el centro de Biskek hasta la entrada al parque habrá unos 30 kilómetros, aproximadamente una hora en coche. Ala-Archa significa «enebro colorado» en referencia al arbusto que se encuentra en toda la zona. El parque es visitado por excursionistas, por familias que van a pasar el día, alpinistas…
Una vez allí, hay un pequeño puesto donde hay que pagar la entrada al parque, 150 SOM por persona. Nosotros pagamos la entrada de los cuatro, 600 SOM (unos 7€), y aparcamos un poco más adelante. Baquet y Bermet se quedaron allí mientras nosotros hacíamos una ruta.
Hay varias rutas para hacer en el Parque, de todos los niveles e, incluso, de varios días. En nuestro caso, simplemente queríamos hacer la ruta que discurre por el desfiladero del Rio Ala-Archa hasta la cascada Ak Sai. La cascada está a 2.690 m.s.n.m y tiene unos 35 metros de altura. Por encima de la misma hay un glaciar, rodeado por picos de más de casi 5.o00 metros.
Las diferentes rutas están claramente indicadas en un cartel a la entrada del parque. Nosotros elegimos la ruta de la izquierda a la cascada. El camino está bien indicado, no tiene pérdida y no hay casi opciones para desviarse. El trayecto debería durar unas 5 horas, ida y vuelta. En total unos 9 kilómetros.
El tiempo no acompañaba mucho, ya que estaba bastante nublado, pero, al menos, no llovía, así que empezamos la ruta tranquilos.
Poco a poco fuimos ascendiendo, atravesando durante una hora un bosque completamente cubiertos por la niebla. Este tramo fue bastante tranquilo, hasta que, de repente, aparecimos en un claro y nos dimos cuenta de que habíamos dejado las nubes por debajo.
Fue una sensación increíble y las vistas, con nosotros por encima de las nubes, espectaculares. El camino era agradable y no había apenas gente.
Todo iba bien, hasta que, cuando estábamos casi al final del camino para llegar a la cascada, nos pilló una tromba de agua, que nos caló de arriba abajo toda la ropa. No paraba de llover. Intentamos llegar a la falda de la cascada para intentar verla, pero fue imposible, ya que las nubes y el agua lo impedían. Además, el suelo pasó a ser una pista de barro. Estábamos totalmente calados y no llevábamos ropa muy adecuada, pues teníamos la mochila en la furgoneta.
Así que allí, bajo unos árboles, rodeados de excursionistas que estaban acampados haciendo rutas de varios días por el parque, hicimos una rápida parada, pero, al ver que no paraba de llover y que ya estábamos totalmente calados, decidimos volver.
Hicimos un gran tramo de vuelta mientras llovía, pasando incluso riachuelos que a la ida no eran más que rocas secas. La vuelta se nos hizo dura, aunque fuimos a un ritmo bastante rápido, motivados por la lluvia.
Eso sí, a mitad de camino de vuelta, dejó de llover e incluso asomó el sol, por lo que pudimos, incluso, secarnos un poco y disfrutar de las vistas al final de la ruta.
Tras casi 5 horas, cansados, pero contentos, llegamos al punto de partida. Teníamos también una pequeña sensación de pena por no haber podido llegar hasta la cascada, aunque al menos la habíamos visto desde la distancia.
Al llegar estaban esperándonos Baquet y Bermet. Rápidamente nos cambiamos en la furgoneta. La sensación de cambiarnos y ponernos ropa seca fue todo un regalo. Además, en la entrada al parque hay un baño (de pago) que usamos antes de ponernos en marcha.
Allí mismo aprovechamos para comer algo de fruta que habíamos comprado para después dirigirnos a Chon Kemin, donde Ermek nos había reservado alojamiento en un guesthouse.
El camino desde Ala-Archa hasta Chon Kemin duró unas 4 horas, en las que aprovechamos para descansar, mirar por la ventana y charlar con Baquet y Bermet. Y, por supuesto, tuvimos tiempo de parar en un puesto en la carretera para probar la bebida nacional de Kirguistán: el Kumus. Está hecha a base de leche fermentada. Tiene un sabor que definiríamos entre champán y leche podrida. No volvimos a tomarlo, pero nos gustó probarlo.
Seguimos la ruta y nuestros amigos nos insistían en parar en la Torre Burana. Aunque no es algo que nos atrajera demasiado, ya que habíamos leído que no merecía demasiado la pena, accedimos a parar. Lo hicimos por su insistencia, porque no había que desviarse demasiado y, sobre todo, porque la Torre Burana representa un monumento importante en la cultura kirguís.
El precio de la entrada fue de 60 SOM (aprox. 1€) y te da acceso a la parte superior de la torre, donde se llega a través de una escalera claustrofóbica.
La torre Burana está situada a unos 80 kilómetros de Biskek. Es lo poco que queda de la antigua ciudad de Balasagaun, fundada en el siglo IX. La torre tenía 45 metros de altura cuando se construyó, pero tras varios terremotos a lo largo de los siglos, su altura actual es de unos 25 metros.
La torre tiene una leyenda que cuenta que una hechicera predijo que la hija recién nacida del rey moriría a la edad de dieciocho años. El rey, asustado, mandó construir una torre y encerró a su hija para intentar evitar la profecía. La niña se crio en la torre, donde le llevaban la comida todos los días. Sin embargo, al cumplir dieciocho años, murió por la picadura de una araña venenosa que estaba entre la comida.
Al bajar, visitamos unos petroglifos al lado de la torre. También entramos a varias yurtas que hay en la zona, donde venden artículos locales.
Tras la visita, retomamos rápidamente la ruta, ya que empezaba a anochecer y nos quedaban aún kilómetros por recorrer. Tras un rato en carretera, llegamos al valle, donde estuvimos dando vueltas entre casas diseminadas, hasta que finalmente acabamos en Kemin GuestHouse, un pequeño alojamiento donde pasaríamos la noche.
El alojamiento tiene un edificio con varias habitaciones y un baño compartido, y otro edificio con un gran comedor. Nuestra habitación era cómoda y además tenía un montón de mantas para aguantar el frío que hacía por la noche. El precio fue de 2200 SOM (unos 27 €) para dos personas por el alojamiento, cena y desayuno.
Tras situarnos, fuimos a cenar al comedor. Nos pusieron una sopa de verduras y una gran empanada de carne.
Disfrutamos de la cena tranquilos en buena compañía y en cuanto terminamos nos fuimos a descansar después de un intenso día. Tardamos segundos en quedarnos dormidos…
Para ver el itinerario completo de nuestro viaje, entra en 21 días en Kirguistán, Tayikistán + GBAO y Uzbekistán.