Tras pasar una noche de insomnio por el mal de altura, nos levantamos cansados aunque deseando disfrutar lo máximo posible del día e ir aclimatándonos. Desayunamos en el hotel en un gran comedor. Había algunas productos genéricos sin gluten, además de otros que llevábamos nosotros.
Después, fuimos a conocer al guía, al chófer y al resto de turistas con los que compartiríamos tour a partir de ese momento. El guía, Jigme, un tibetano de mediana edad muy amable, se presentó en perfecto inglés y nos presentó al chófer, Namgar, que sólo chapurreaba algunas palabras en inglés. Jigme reunió a todo el grupo, 6 en total, incluidos nosotros 2.
Tras revisar que tenía la documentación de todos en orden, nos resumió el itinerario que íbamos a hacer los próximos días y, sobre todo, ese día.
Nos pusimos en marcha en dirección al monasterio Deprung, «montón de arroz», a apenas 15 km de Lhasa. Tras llegar allí, Jigme nos acompañó en todo momento, con explicaciones sobre la historia del mismo, la vida de los monjes, etc.
El monasterio Deprung, fundado en 1416, es uno de los tres grandes monasterios tibetanos pertenecientes a la escuela Gelug del budismo. Los otros dos son Ganden y Sera. Deprung fue el primer palacio de los Dalái Lamas.
Dentro pudimos ver las diferentes salas donde los monjes hacen su vida diaria. Además de ellos, hay mucha gente local que acude a ayudarles, ya sea con comida u otras ofrendas. En la actualidad, hay unos 300 monjes en el monasterio, aunque en la década de los años 30 se dice que llegó a haber más de 10.000. Actualmente, muchos monjes, no sólo de Deprung, viven en el exilio.
Las pinturas del monasterio son increíbles, mostrando toda su historia. Otra de las cosas que más nos impactó fue su inmensa cocina, usada todavía en la actualidad, con grandes ollas y repleta de aperos de cocina. También impactantes las vistas, pues está ubicado en la ladera de una montaña.
El monasterio es una pequeña ciudad por la que pasear, callejeando en tranquilidad. No está permitido hacer fotos en el interior de los recintos, pero sí en el exterior, en sus calles o en los miradores.
También pudimos ver la famosa roca, con Buda pintado en la misma, cerca de Deprung.
Desde allí, fuimos al monasterio de Sera, «recinto de rosas», a unos 15 km de Deprung, pero también muy cercano a Lhasa, justo al norte de la ciudad.
En el camino, Jigme nos propuso parar en un pequeño restaurante con una terraza al aire libre. Era un restaurante tipo buffet, aunque a nosotros nos prepararon, con la ayuda de Jigme y de nuestra tarjeta sin gluten, un plato de arroz y verduras.
Sera, fundado en 1419, es un complejo de edificios que tiene como iconos el Gran Salón de la Asamblea y tres colegios. El monasterio gestiona también 19 ermitas, incluyendo cuatro conventos de monjas, todos localizados al pie de las colinas de la capital.
Durante las revueltas de 1959 en Lhasa, el monasterio acabó con cientos de monjes muertos y varios de sus edificios destruidos. Muchos monjes de Sera fundaron un monasterio paralelo en el exilio, en la India.
Ambos monasterios son conocidos por sus sesiones de debate. En el patio pudimos contemplar el curioso ritual de los monjes debatiendo en parejas, aunque con sus movimientos y gritos te pueda parecer que discuten. Otros simplemente, meditaban solos.
Pudimos visitar el interior de muchos de los edificios de Sera, pero nos sorprendieron sobre todo uno en el que se encontraban los 3 grandes mandalas hechos de arena y, por supuesto, la antigua imprenta de los textos religiosos tibetanos. Una gran biblioteca de moldes de madera con los que imprimir los textos, muchos de ellos allí conservados.
Desde allí fuimos a visitar varios mercados locales en los que pudimos ver tanto artesanía local como todo tipo de objetos. Te recomendamos visitar tanto el Dropenling Handicraft Center como el Barkhor Market, todos en la zona vieja.
Fue un día intenso en el que andamos mucho y subimos cientos de escalones. Sin embargo, no pudimos evitar volver a la zona del Potala, para verlo iluminado de nuevo.
Desde allí, paseamos por el centro de Lhasa. Tratamos de buscar algún restaurante con opciones sin gluten, pero tras preguntar en varios, sólo encontramos un sitio donde poder picar: patatas fritas del Burger King, que comprobamos, eran sin gluten y se hacían en una freidora específica.
Luego, volvimos al hotel. Cansados, cogimos un rickshaw. No negociamos el precio y pagamos 20 CNY (unos 2€). En el hotel, comimos algo de nuestra comida sin gluten y recordando el día, nos fuimos a dormir. Al día siguiente visitaríamos el interior del Potala.
Para ver el itinerario completo de nuestro viaje, entra en 23 días en Nepal, Tíbet y Bután.