Nos levantamos en la cómoda habitación de hotel  L´al Inn en Khorog. Tras los días anteriores de ruta, fue todo un lujo poder dormir en una cama normal y tener un baño completo en la habitación, para nosotros solitos.

En el patio del hotel, desayunamos algo de fruta y unas tostadas con café, antes de encontrarnos con Turat. Aprovechamos que no teníamos excesiva prisa para desayunar con relax y tranquilidad, disfrutando del momento.

Cuando acabamos, apareció Turat con una mala noticia para nosotros. No se encontraba bien y nos dijo que no nos podría llevar hasta Dusambé, ya que después tendría que hacer todo el viaje de vuelta a Biskek desde Dusambé, y hacerlo desde Khorog ya sería bastante duro. Su noticia nos dejó tristes. Una de las claves de estar disfrutando tanto de la ruta era hacerla con él. Pero, lo entendimos, pues sabíamos que sería lo mejor para él.

Como estábamos contentos con él, nuestra intención era llegar en coche hasta Dusambé, pero tras decirnos esto, volvimos a pensar en uno de los planes que habíamos pensado antes de empezar la ruta: probar a volar desde el viejo aeropuerto de Khorog hasta Dusambé. Antes de viajar, habíamos mirado esta opción y leído que era complicado conseguir una plaza en la pequeña avioneta que vuela, diariamente, entre Khorog y la capital. Además, los vuelos se suspenden en muchas ocasiones por las condiciones meteorológicas, ya que, además, el avión tiene que cruzar las escarpadas montañas tayikas. Incluso habíamos leído que, en algunos casos, la compañía aérea cambiaba la avioneta de apenas 20 plazas por un helicóptero. Tanto en avioneta como en helicóptero, estaba claro que es un vuelo movidito, pero tarda menos de 2 horas en llegar a Dusambé, en lugar de los dos días que se tarda en coche.

Aunque, cuando vimos algunas fotos y vídeos de ese vuelo, daba un poco de pánico hacerlo, creíamos que podría ser toda una experiencia, así que pedimos a Turat que nos llevase al aeropuerto de Khorog para intentar conseguir una plaza en el vuelo. En caso de no tener sitio, Turat nos buscaría un chófer conocido que nos pudiera llevar a Dusambé.

Llegamos al aeropuerto de Khorog. No es mucho más que un aeródromo, con una especie de ventanilla en el muro exterior, donde poder comprar los billetes. Hicimos la cola y tras llegar nuestro turno nos dijeron que el avión sí saldría, pero que no quedaban plazas disponibles.

Nos quedamos un poco tristes de nuevo. Turat empezó a llamar a varios de sus contactos para dar con algún buen conductor que estuviera en Khorog y pudiera llevarnos a Dusambé. Mientras esperábamos, vimos despegar la avioneta destino a Dusambé.

Finalmente, Turat contactó con Yusuf, un conocido suyo, que nos podía llevar a Dusambé en dos días, parando a descansar en Kalai Khumb. Mientras le esperábamos, aprovechamos a ir a una zona cerca de la frontera con Afganistán, para poder cambiar algún billete afgano de recuerdo.

Tras un rato de espera, llegó Yusuf, que sería nuestro conductor los próximos dos días. Nos despedimos con muchísima pena de Turat. Habíamos empezado la ruta con un chófer y guía, pero nos despedimos de un amigo. La ruta del Pamir no hubiera sido lo mismo sin él. Una gran experiencia haber conocido a esta gran persona.

Empezamos la ruta con Yusuf y enseguida nos dimos cuenta que, aunque tratamos de charlar con él, era mucho más callado que Turat. Con una mezcla de sensaciones nos dirigimos a Kalai Khumb. La carretera estaba en mucho mejor estado que el resto de la ruta, aunque lejos de los estándares occidentales.

Hasta llegar a Kalai Khumb, la carretera discurre paralela al río Panj, con Afganistán al otro lado del río. Las vistas, tanto del río como de las montañas, que íbamos atravesando, eran maravillosas. Nos impactó los pueblos u la vida ue se veía en el lado afgano, totalmente diferentes a los del lado tayiko. Parecía que la vida en ambos países, separados por un río, transcurría en siglos diferentes.

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Pueblo afgano al otro lado del río Panj

Al otro lado del río, pudimos ver cómo construían una carretera similar a la que circulábamos. Las técnicas de construcción eran totalmente arcaicas y daba la sensación de que no acabarían de construirla en siglos…

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Construcción de carretera en el lado afgano

Aprovechamos el viaje para descansar, además de disfrutar de las vistas. Yusuf no era demasiado hablador y, en ocasiones, tampoco fue demasiado amable. Turat, además, había puesto el listón muy alto.

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Vistas de la ruta del Pamir
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Vistas impresionantes de la ruta
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Río Panj con las montañas al fondo

A mitad de camino, hicimos una parada para comer algunas galletas y algo de fruta en un pequeño mirador con unas vistas de ensueño.

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Parada en el camino

Durante el camino tuvimos  que parar varias veces, esperando a que los camiones, que se apelotonaban en la carretera, pasasen, de manera increíble, por curvas imposibles.

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Atasco en la ruta del Pamir

Tras varias horas de viaje llegamos a Kalai Khumb, el último pueblo al lado del río por el que pasaríamos, ya que a partir de allí, la carretera sería por el interior, mucho más cómoda, hasta llegar a Dusambé.

En Kalai Khumb, Turat nos sugirió quedarnos en Darvoz Guesthouse y allí fuimos con Yusuf. Es un pequeño GuestHouse, con un gran jardín, gestionado por un joven llamado Maston. El precio de la habitación con baño compartido y cena y desayuno incluidos para dos personas fue de 440TJS (unos 50$). Es un sitio limpio y cómodo para pasar una noche.

Como llegamos tarde, sólo nos dio tiempo a dar un pequeño paseo por la calle principal y comprar unas cervezas para tomar en el jardín del Guesthouse. Allí cenamos tranquilos charlando con Maston.

Tras un día de muchas sensaciones y con cansancio acumulado, fuimos a dormir para coger energías para el último día de ruta.


Para ver el itinerario completo de nuestro viaje, entra en 21 días en Kirguistán, Tayikistán + GBAO y Uzbekistán.