Nos levantamos sin que aún hubiera amanecido. Recogimos nuestras cosas y desayunamos en la cocina común del alojamiento. Allí pudimos prepararnos un café con agua caliente que acompañamos de cereales y galletas. Tras tomar energía, nos preparamos para un día muy completo.
RUTA (235 km):
- Playa negra Reynisfjara
- Skaftáreldahraun
- Cañon Fjadrárgljúfur
- Laguna Glaciar Fjallsárlón
- Glaciar Vatnajökull
- Playa de Diamantes
- Lago Jökulsárlón
- Tour Cueva de Hielo
Tras rascar durante un buen rato el hielo que se había acumulado en el coche durante la noche, salimos dirección a la Reynisfjara, la playa negra más famosa de Islandia. El día anterior, la habíamos podido ver desde el acantilado Dyrhólaey, pero en esta ocasión íbamos a tener una perspectiva completamente diferente.
Para llegar, tomamos la carretera 215 y en menos de 15 minutos estábamos en el parking gratuito que da acceso a la playa. Justo enfrente, hay un bar y unos baños de pago, que, además, funcionan sólo con monedas.
Y allí, a unos pocos metros, teníamos la playa negra, un contraste de color totalmente diferente al que estamos acostumbrados. Y, lo mejor de todo, empezaba el amanecer, con el sol asomando poco a poco entre las 3 formaciones rocosas que hay en el mar, frente al lugar donde nos encontrábamos. Son conocidas como los 3 troles o Reynisdrangur. El más alto tiene unos 66 metros. Cuenta la leyenda popular que los 3 troles (Skessudrangar, Landdrangar y Langhamrar) fueron sorprendidos por el sol y quedaron convertidos en piedra.
En la playa había varios grupos de fotógrafos, tratando de captar las mejores imágenes del amanecer. La verdad es que fue un espectáculo precioso, en un lugar increíble. Te recomendamos, si puedes, que vengas a ver el amanecer aquí. Nosotros nos quedamos hasta que el sol, como una enorme bola flotante, apareció entre los «troles». Además, en la playa, pudimos ver la cueva Hálsanefshellir, con sus formaciones rocosas tan particulares.
Fue una manera muy tranquila y agradable de empezar el día. Con el sol iluminando el cielo, volvimos hacía la carretera principal, parando en la pequeña iglesia Reyniskirkja.
Ya en la carretera principal, aprovechamos las vistas. Era un día soleado y el contraste de colores era totalmente diferente al día anterior. Continuamos con buen tiempo durante 1 hora, disfrutando de las vistas a un lado y a otro de la carretera. La siguiente parada, la hicimos en Skaftáreldahraun. Merece la pena parar, ya que no hay que desviarse nada de la carretera principal. Podrás contemplar un campo de lava que ha sido totalmente cubierto por el musgo. Los colores verdes y negros, con la luz del sol, dan un contraste particular.
A unos pocos km, nos desviamos por la carretera 206 durante unos 3 km para llegar al cañón Fjadrárgljúfur. Aparcamos en el parking gratuito que hay en la zona inferior del cañón. Allí también hay baños públicos, aunque estaban cerrados temporalmente, como muchos otros que vimos durante nuestro viaje. Al parecer, en invierno, muchos no están en funcionamiento.
La visita al cañón, en nuestro caso, duró poco, ya que únicamente subimos al primer mirador, donde se tienen unas vistas espectaculares del mismo. Tiene hasta 100 m de profundidad y unos 2 km de largo. Desde este punto se puede hacer rutas de senderismo a lo largo de todo el cañón.
Nosotros continuamos nuestro camino, pues teníamos contratado un tour para visitar una cueva de hielo cerca de Jökulsárlón, y nos quedaban aún más de 2 horas de carretera hasta llegar allí. La carretera estaba en buen estado y hacía buen tiempo. Así que, antes de llegar a nuestra cita pudimos hacer alguna parada más cerca del gran glaciar Vatnajökull. Éste, se veía imponente desde la distancia en la carretera durante todo el trayecto.
Cerca del glaciar, paramos en la laguna glaciar Fjallsárlón. Para llegar, basta con tomar un desvío a la izquierda, pegado a la carretera principal. Se pude dejar el coche en el parking gratuito que hay enfrente de un bar. Desde allí, subimos una pequeña cuesta durante unos minutos para poder contemplar la laguna glaciar. Se pueden hacer varias rutas y tomar varios caminos desde allí. Las vistas son espectaculares. Nosotros, tratando de combatir el fuerte viento, estuvimos un ratito allí y continuamos nuestra ruta hasta llegar a la zona del lago Jökulsárlón.
Justo antes de llegar al puente que cruza la desembocadura del lago en el mar, hay varios miradores a la izquierda de la carretera para poder contemplar tanto el lago como el gran glaciar Vatnajökull detrás. Se puede dejar el coche en los improvisados parkings a los lados de la carretera. Y desde allí, las vistas hacía el lago y el glaciar, y el contraste de colores, son increíbles.
El lago Jökulsárlón es el más profundo de Islandia, llegando casi a los 250 metros. Tiene una extensión de 18 km². El lago se va formando de manera natural con el agua derretida del inmenso glaciar Vatnajökull, el cual ocupa el 8% de la extensión de Islandia. En el lago se pueden ver cientos de icebergs con cientos de años de antigüedad.
Un poco más adelante, a la derecha, paramos en uno de los parkings de la Playa de Diamantes (Breidamerkursandur), donde se pueden ver pequeños trozos de hielo de los icebergs del lago, que se desprenden y van hacía el mar, acabando en las playas a ambos lados de la desembocadura. La imagen, es totalmente curiosa.
Finalmente, nos dirigimos hacía el parking gratuito que hay en la parte izquierda de la carretera, justo tras atravesar el puente. Esta zona, que cuenta con varios miradores al lago, sirve de punto de encuentro para muchos de los tours que organizan actividades alrededor del glaciar y el lago: paseos en barco, tours en cuevas de hielo, trekkings por el glaciar, etc.
En la zona, hay varios puestos de comida (ninguno apto para celiacos), mesas de picnic y baños públicos gratuitos.
Comimos nuestra comida en el coche y, antes de salir en el tour de la cueva de hielo, aprovechamos a acercarnos a unos de los miradores cercanos. Si tienes tiempo, hay todo un camino que bordea el lago y que te permite verlo desde diferentes puntos panorámicos.
A las 14:00 nos acercamos al punto de encuentro de Local Guide, la agencia que habíamos contratado para hacer el tour de la cueva de hielo. Es una excursión que teníamos muchas ganas de hacer. En un principio, valoramos hacer un combinado de cueva de hielo con un trekking por el glaciar, pero al haber vivido esta última experiencia en el Perito Moreno, decidimos hacer sólo el tour por la cueva.
Hay varias agencias que organizan el tour. Nosotros lo contratamos con Local Guide y pagamos con antelación 19.000 ISK (unos 123€) por persona.
En el punto de encuentro, nos esperaba Lisa, nuestra guía y conductora, que nos llevó hasta el vehículo, una especie de autobús 4×4 en el que íbamos 14 persona. Allí, comprobaron el código QR, para asegurar el pago, y comenzamos el trayecto.
Primero, condujimos 15 minutos en coche por la carretera principal. Luego, nos desviamos a la izquierda, a un camino de grava. Allí, Lisa, deshincho las ruedas del vehículo, para poder conducir mejor en el camino que nos esperaba: 30 minutos de baches, bajadas y subidas, baches y más baches… Si te mareas, vete mentalizado, ya que el camino es movidito.
Finalmente, llegamos a una especie de parking, donde nos bajamos y nos dieron un casco para comenzar la aventura. Cuando hicimos el tour, no hizo falta llevar crampones, palos, etc., aunque es recomendable llevarlos en la mochila por si acaso. Además, nosotros llevamos un frontal para la cueva, aunque la guía llevaba algunos que prestó en la cueva.
En el punto de inicio, Lisa nos dio una breve explicación sobre los glaciares y la historia de la zona. Desde allí, continuamos andando unos 20 minutos hasta llegar a la cueva. En el camino, Lisa hizo un par de paradas para contarnos algunas curiosidades:
- El 10% de la extensión de Islandia son glaciares, siendo el 8% el glaciar Vatnajökull.
- El glaciar se ha reducido 9 km en 100 años, especialmente en los últimos 4 años, debido al calentamiento global. Hace 100 años, el glaciar llegaba casi hasta la costa.
- En general, cada año se reduce entre 50 y 200 metros.
- El color oscuro del glaciar. en determinadas zonas, se debe a la ceniza volcánica y a las explosiones cercanas.
Tras casi 2 horas, desde que salimos desde el punto de encuentro, llegamos a la cueva. Como el glaciar va reduciéndose y cambiando cada año, van organizando visitas a cuevas diferentes cada año.
Entramos primero a la parte izquierda, con hielo de cientos y miles de años rodeándonos. Tocarlo y verlo es una sensación única y recomendable. Tras un ratito allí nos llevaron a la parte derecha de la cueva, con un contraste de colores diferente al tener alguna entrada de luz en la parte superior. Desde allí, descendimos a un túnel de hielo con los frontales. Recorrimos solo unos metros, sin saber la inmensidad y longitud del mismo. En todo momento hay que andar con cuidado, ya que hay zonas resbaladizas.
Pasamos unos 30 minutos dentro de la cueva y, desde allí, hicimos el camino inverso de vuelta, tanto andando, como por la carretera de grava. Antes de llegar a la carretera principal, Lisa hinchó de nuevo las ruedas del vehículo y nos dejo en el mismo punto donde nos había recogido, ya de noche. En total, el tour duró unas 3 horas y 30 minutos.
Una vez hecho el tour, si nos preguntaran nuestra opinión, la resumiríamos en: demasiado tiempo para ir y volver, poco tiempo en la cueva y muy caro para la experiencia esperada. Nos gustó y lo disfrutamos, aunque esperábamos más. Probablemente no repetiríamos.
Desde allí, cogimos el coche y condujimos al hotel que habíamos reservado para dormir cerca del lago, Hali Country Hotel. Aunque tiene un pequeño restaurante, nosotros cenamos algo ligero en la habitación y nos fuimos a descansar tras un día largo.
Para ver el itinerario completo de nuestro viaje, entra en 12 días en Islandia.