Nos levantamos muy temprano. El día anterior habíamos recibido un e-mail de la compañía de alquiler de coches, informandonos de un fuerte temporal en determinadas zonas del país. Por desgracia, una de ellas, era toda la península de Snaefellsnes, donde se preveían vientos de más de 100 km/h y fuertes lluvias a partir del mediodía, durante 24-48 horas.
Estuvimos comprando la meteorología y el estado de las carreteras, y decidimos salir con tiempo, para poder visitar algunos lugares y estar lo más cerca posible del alojamiento antes de que nos cogiera el temporal.
Inicialmente habíamos previsto ir por la costa, algo que descartamos al ver el estado de las carreteras. En verano, puede ser una buena opción. Nosotros decidimos ir por la parte inferior de la península y ver lo que el tiempo nos permitiera. Elegimos ir por la carretera 1 hasta Borgarnes, para luego subir por la carretera 54.
RUTA (300 km):
- Cráter Stóra-Grábrók
- Iglesia negra Búdakirkja
- Arnarstapi
- Faro de Malarrif
- Hellissandur
Cuando salimos, era de aún de noche. Eran las 7:30 y como, a pesar del frío, no hacía mal tiempo, condujimos durante un par de horas muy tranquilos y relajados. Íbamos solos en la carretera, con música de fondo y disfrutando del paisaje, que según iban pasando los minutos iba cambiando de color con el amanecer.
Antes de llegar a Borgarnes, paramos para ver el cráter Stóra-Grábrók. El camino para subir estaba totalmente helado, así que simplemente disfrutamos de las vistas del inmenso cráter volcánico, y seguimos nuestro camino.
Según íbamos acercándonos a Borgarnes, las vistas se hacían más espectaculares. Dejábamos atrás las zonas totalmente nevadas, para tener una combinación de nieve con otros muchos colores que llevábamos días sin ver: verdes y amarillos. El paisaje al fondo era de postal.
En Borgarnes, nos desviamos dirección a la península de Snaefellsnes.
Tras conducir más de 1 hora, cerca de la costa, tomamos un pequeño desvío a la izquierda para dirigirnos a la pequeña iglesia Búdakirkja. Su principal peculiaridad es su color negro, que contrasta con el entorno. Está además enclavada en un lugar privilegiado, con unas vistas increíbles de la costa, a un lado, y de las montañas, a otro.
Desde allí, nos dirigimos a los acantilados de Arnarstapi. Hay un par de parkings gratuitos desde donde visitarlos. Se puede parar en ambos, o dejar el coche en uno de ellos y recorrer los senderos de manera circular. Nosotros aparcamos en el más cercano a la Estatua de Bardur.
La estatua o escultura hecha de piedras se dice es mitad hombre y mitad trol. Desde allí, comenzamos el sendero por los acantilados. El mar estaba muy bravo y hacía aún más espectacular las vistas desde los miradores que hay a lo largo del camino. Además, las montañas al fondo y toda la costa te hacen tener una panorámica inigualable.
En la zona se ven indicadas varias rutas de senderismo, que seguro son perfectas para hacer con buen tiempo.
Aunque empezaba a pegar el viento, hicimos la ruta completa, viendo Gatklettur, un arco rocoso natural sobre el mar que merece disfrutar y fotografiar.
Tuvimos la suerte de que empezó a llover cuando estábamos volviendo al coche. Al lado del parking hay un par de cafeterías-restaurante: una muy moderna y una muy clásica. Decidimos entrar a la segunda, ya que parecía más auténtica. Y así era. Un lugar muy agradable, con su toque personal, donde nos atendieron de maravilla. Nos tomamos un chocolate caliente y un café para entrar en calor. El ambiente, único.
Tiene adornos y fotos que te trasladan años atrás. Además, tienen una zona de souvenirs artesanos que merece la pena ojear.
Tras disfrutar de ese ratito nos pusimos en marcha y fuimos al faro de Malariff. Fue construido en 1946 y sus 24 metros de altura tienen un toque moderno. Lo mejor del lugar, las vistas. Sin embargo, no estuvimos mucho tiempo, porque casi, de repente, empezó un viento fuertísimo. Era casi el mediodía y, con un poco de antelación, el temporal había llegado.
Cogimos el coche y decidimos ir directos al apartamento que habíamos reservado en Hellissandur, a 25 km del faro. Tardamos 40 minutos en llegar, pero nos parecieron horas. El viento era increíblemente fuerte. No paraba de llover. El coche se movía a un lado y a otro y las fuertes rachas no nos dejaban pasar de 50 km/h. Lo pasamos realmente mal. Veíamos que algunos coches de turistas decidían parar a algún lado de la carretera y esperar. Nosotros decidimos continuar. No sabíamos cuánto iba a durar y preferíamos llegar al apartamento cuanto antes.
Llegar fue todo una sensación de alivio. Eran casi las 14:00 y el check-in era más tarde, pero el dueño del apartamento, The Bookstore Family Apartment, fue muy amable y nos dejo entrar antes.
El apartamento, una antigua tienda de libros, no deja indiferente. Fue uno de los mejores alojamientos de nuestro viaje, completo y espacioso, y que además disfrutamos durante mucho tiempo, ya que el temporal fue tan fuerte que no pudimos salir el resto del día de allí.
Disfrutamos de ese rinconcito particular con relax y tranquilidad pero también pensando en cómo salir de aquella zona al día siguiente, ya que las previsiones meteorológicas eran aún peores…
Para ver el itinerario completo de nuestro viaje, entra en 12 días en Islandia.