Nos levantamos en el hotel de Thimphu y, tras desayunar tranquilos, salimos a visitar algunos lugares cerca de la capital, antes de partir hacia Punakha, donde dormiríamos.
Nuestra primera parada fue el mirador de Sangaygang. Es también conocido como «torre BBS», por la torre de comunicaciones que hay en el lugar (y que está prohibido fotografiar). También se llama «el punto de los amantes», porque es un lugar frecuentado por parejas y, según dicen, la primera cita de muchas tiene lugar allí.
Para llegar al mirador hay que hacerlo a través de una zigzagueante carretera, para llegar a los casi 2.900 metros que ofrecen una vista panorámica de Thimphu y de todo el valle. Desde este punto discurren varias rutas de senderismo y cicloturismo.
De camino, pasamos al lado de una reserva del Takin, el animal símbolo nacional de Bután. Sólo pudimos ver este particular mamífero desde lejos. Según cuenta la leyenda, el takin fue creado por Dios con sobrantes que quedaron tras crear otras criaturas: con la cabeza de una cabra, la nariz de un alce, las orejas de un caballo y el cuerpo de una vaca.
Una vez arriba, disfrutamos de las vistas del lugar, en un día muy despejado.
Desde allí, cruzando todo el valle y pudiendo ver la vida local, llegamos al Parque Natural Kuensel Phodrang, donde se encuentra el Gran Buda Dordenma, una gigantesca estatua de Buda que celebra el 60 aniversario del cuarto rey Jigme Singye Wangchuck. La estatua tiene más de 50 metros de altura. En su base hay una capilla, mientras que su cuerpo alberga más de cien mil estatuas pequeñas de Buda. Todas, al igual que el Gran Buda Dordenma, están hechas de bronce y son de color dorado.
Es imponente verlo de cerca. Estuvimos un rato por allí, aprovechando que hacía buen tiempo. Las dos siguientes horas íbamos a estar en el coche, conduciendo hasta el paso Dochula. La carretera, una vez sales de Thimphu, está asfaltada, aunque es básica. Sin embargo, nos dijeron que, hasta no hacía demasiado tiempo, las carreteras ni siquiera estaban asfaltadas.
Una vez llegamos al paso Dochula hicimos una parada, tratando de tener una vista panorámica de 180 grados de las cadenas montañosas del Himalaya. Sin embargo, en esta zona, el cielo estaba cubierto y no pudimos ver las montañas. Aunque nos entristeció un poco, pronto recordamos que acabábamos de estar allí mismo, en la base del Everest y la sonrisa volvió a nuestras caras.
En el paso hay 108 chortens, o estupas, por los que paseamos y que adornan el paso de montaña en memoria de los soldados de Bután.
En el lugar, también hay un bar, donde tomamos un café, y baños, que también utilizamos antes de empezar a descender hacía el valle. Tras un rato, paramos a comer en un pequeño restaurante al lado de la carretera. Sajan, muy atento, explicó nuestras restricciones alimentarias y pudimos comer unos platos de verduras muy ricos.
Después, continuamos hacía los campos de arroz de Mesina. Ram, el chófer, nos dejó en una zona al lado de la carretera desde la que empezamos a atravesar los campos en dirección a Chimi Lhakhang, el templo de la fertilidad.
La sensación de recorrer los campos de arroz fue muy relajante. El paisaje es, además, espectacular.
Tras recorrer varios campos, llegamos a una pequeña aldea, la más cercana al templo. Allí, en prácticamente todas las casas, el «falo» es el protagonista. Está pintado en las paredes, en formas de madera, está presente en todas las pequeñas tiendas… Un lugar, muy curioso. No estamos acostumbrados a ver algo así, ya que quizás pueda ser tabú en otros muchos lugares. Sin embargo, aquí no.
A unos cientos de metros, se encuentra el templo de la fertilidad. Está dedicado al lama Drukpa Kunley. Fue un monje muy famoso, conocido como el «loco divino». Era un hombre poco «ortodoxo» en su forma de seguir el budismo y, se dice, que era mujeriego y aficionado al alcohol. Sin embargo, ayudó a difundir el budismo en Bután y es respetado.
Lo más curioso de este templo es que muchas parejas sin hijos lo visitan, oran y piden una mejor fertilidad para concebir a un hijo. Hay historias que cuentan que el sueño de muchos visitantes se hizo realidad. Cuando entramos en el templo, nos mostraron fotos y álbumes de gente que lo había visitado y mandaba instantáneas con su hijo.
Las parejas tienen que seguir un ritual concreto, que incluye pasear con un gran falo de madera. Sin embargo, según nos dijeron, lo importante para que funcione el ritual es creer y seguir las instrucciones del lama. Curioso y respetable.
Desde allí, fuimos hacía Punakha, donde dormiríamos. Llegamos al hotel Zhingkham, ubicado en una ladera de la montaña, con unas magníficas vistas del Dzong de Punakha, que al día siguiente visitaríamos.
Disfrutamos de esas maravillosas vistas, de una cena tranquila y nos fuimos a descansar para poder seguir disfrutando con energía de Bután.
Para ver el itinerario completo de nuestro viaje, entra en 23 días en Nepal, Tíbet y Bután.