Moshi – Londorosi – Inicio ruta Lemosho – Mti Mkubwa Camp.
Distancia a recorrer: 8 kilómetros
Duración: 3 – 4 horas
Desnivel: de 2.350 msnm a 2.890 msnm
Nos levantamos a las 7:00, después de haber dormido durante 10 horas seguidas. Hacía tiempo que no dormíamos tanto, pero teníamos que coger energía para los próximos días.
Desde nuestro punto de vista, es fundamental llegar, al menos, un día antes de empezar el trekking, para poder hacer los preparativos de manera tranquila, pero también para poder descansar.
Antes de tomar el desayuno, nos dimos nuestra última ducha, ya que en el trekking no podríamos.
Bajamos al restaurante del hotel a desayunar y cogimos más energía. Pudimos tomar café, zumo, fruta y huevos. Tenían otros platos preparados (pan tostado, baked beans, patatas dulces con espinacas…), aunque no eran aptos para celíacos.
Tras el desayuno, cogimos nuestras mochilas e hicimos el check-out en la recepción, donde ya nos estaban esperando nuestros guías Shani y Kelvin. Nos dieron la bienvenida y fuimos hasta la furgoneta que nos esperaba en la entrada con todos los porteadores que nos acompañarían en nuestra aventura.
Nos montamos en la furgoneta y emprendimos el camino hasta la puerta de entrada Londorosi. El trayecto de ida hasta allí es de unas 3 horas en coche, aunque la distancia no supera los 80 kilómetros. Estábamos expectantes, nerviosos, emocionados… una gran mezcla de sensaciones, que recordamos con mucho cariño.
Hicimos una parada en un pequeño pueblo, donde aprovechamos a ir al baño y tomar algo, mientras el equipo desayunaba. Después, continuamos hasta Londorosi, donde nuestros guías hicieron el registro de entrada y de la ruta para todo nuestro equipo.
Allí mismo, nosotros tuvimos que firmar un papel en el que teníamos que indicar que no llevábamos más de 200$ por persona dentro del parque. No te preocupes si llevas más dinero, es un formalismo que hay que hacer de manera obligatoria, ya que nadie puede registrar tu equipaje ni pertenencias dentro del parque.
También hicieron el pesaje de todo el equipaje. Es un ritual muy curioso. Todos los porteadores van, uno por uno, pesando la bolsa común que llevarán encima y que no puede superar los 20 kg. por persona. Van moviendo paquetes de sémola o de comida entre un macuto y otro… hasta que consiguen, casi de manera milimétrica, ajustar el peso de todos. Este proceso es controlado, paso a paso, por un guarda del parque.
Tras todos estos trámites, confirmamos que nuestro equipo estaba formado por 8 porteadores, 1 cocinero y 2 guías.
Aunque desde esa puerta se puede empezar una ruta al Kilimanjaro, nosotros emprenderíamos la ruta desde una zona cercana, aproximadamente a 1 hora en coche. Así que, nos montamos en la furgoneta y condujimos hasta allí. En el camino, pudimos ver muchos monos de cola blanca y también monos azules. Pasamos a través de un bosque y por plantaciones de zanahorias y patatas, hasta llegar a nuestro punto de inicio.
Antes de empezar el ascenso, paramos en una zona de picnic donde nos prepararon la comida. Nos quedamos asombrados: ¡teníamos tortilla de patata!, ensalada y fruta.
Aún no habíamos empezado a estar a gran altura (unos 2.300 msnm), por lo que no sentíamos aún sus efectos y todavía teníamos apetito. Aprovechamos a comer bien y empezamos la ruta.
El camino estaba muy bien señalizado con pequeños troncos a los lados, aunque era polvoriento. Discurre por una zona de selva tropical preciosa, con grandes árboles desde los que, de vez en cuando, saltaba algún mono.
Este trayecto no nos pareció complicado. Es un sendero cómodo, con pequeñas y continuas subidas y bajadas. Al poco de empezar la ruta, nos adelantaron nuestros porteadores, con una agilidad que nos dejó sorprendidos.
Nosotros íbamos despacio, o pole pole, como nos decían en suajili, a un ritmo tranquilo marcado por los guías, con los que íbamos charlando durante el camino.
Y, casi sin darnos cuenta, llegamos al campamento donde pasaríamos la noche. Nos encontrábamos bien, no estábamos demasiado cansados y no teníamos síntomas, aún, de mal de altura.
Contentos de nuestra primera hazaña, hicimos una foto en el cartel de entrada al campamento. Era el primero.
Nos agradó ver que había bastantes tiendas, de otros grupos. Enseguida encontramos la nuestra, con todo montado y organizado, y los porteadores esperándonos.
Tomamos contacto con la tienda donde dormiríamos y comeríamos los días siguientes. Descubrimos el baño que tan útil nos sería durante la ruta… y, también, tuvimos las primeras charlas con nuestro equipo.
La mayoría apenas hablaba inglés, así que tratamos de aprender algunas frases en suajili, además de aprendernos el nombre, no sin dificultad, de todo el equipo.
Y, por supuesto, algo que también tuvimos que hacer, fue aclarar el tema alimentario. Todo un reto. Estuvimos con el cocinero y los guías, explicando lo mejor posible la celiaquía, la contaminación cruzada… Aunque ya habíamos explicado todo a la agencia, allí tuvimos que entrar en detalle.
Lo primero que hicimos fue enseñarles nuestra tarjeta, esta vez traducida al suajili. Luego, revisamos todos los productos para ver cuáles podían contener o no gluten, la comida, etc. Fue toda una experiencia. Intentamos, como siempre, ser lo más honestos posible, dar la máxima información y ser insistentes con nuestras preocupaciones desde el principio. Éramos conscientes de que tendríamos que continuar insistiendo y puliendo este tema el resto de días, pero, con positividad, todo es posible.
Con todas nuestras indicaciones, nos prepararon la mejor cena que pudieron, con las opciones que les habíamos dejado: una sopa de pepino, patatas y pescado con verduras. De postre, algo no muy habitual para nosotros (al menos, como postre): aguacate.
Tras la cena, los guías, Shani y Kelvin, vinieron a nuestra tienda para hacer el briefing, que repetiríamos cada día del trekking. El objetivo: ver qué tal nos había ido el día, cómo nos encontrábamos, medirnos las pulsaciones y el nivel de oxígeno en sangre, y revisar la ruta del día siguiente, ver qué ropa necesitaríamos, resolver nuestras dudas….
Charlando con ellos… anocheció enseguida, sobre las 18:30, y allí nos quedamos nosotros dos, en la tienda, bebiendo agua caliente para combatir el frío y charlando de nuestras sensaciones…
Para ver el itinerario completo de nuestra ruta por el Kilimanjaro, entra en Día 1 a 7: Ruta Kilimanjaro.