Nos despertamos en Pula con ganas de visitar con tranquilidad la ciudad. El día anterior ya habíamos callejeado por su centro histórico y, sinceramente, nos decepcionó un poco. Queríamos ver si, con todo el día por delante y el buen tiempo que nos acompañaba, podríamos disfrutar un poco más. Para saber cuáles son los imprescindibles a visitar en Pula, puedes leer directamente nuestro post Qué ver en Pula.
Lo primero que hicimos fue dirigirnos al Anfiteatro de Pula, lo más icónico de la ciudad.
Este imponente anfiteatro fue construido entre el 27 aC y el 68 dC. Mide unos 130 metros en su lado mayor, lo que lo convierte en el sexto anfiteatro más grande del mundo. Podía acoger a 23.000 personas.
Lo rodeamos por fuera, tanto en la parte inferior como en la parte superior, desde donde se tienen muy buenas vistas.
Se puede entrar dentro, aunque el precio de la entrada es algo caro, 70 kn (unos 9,5€) para adultos y 35 kn (unos 4,7€) para niños mayores de 5 años.
Si viajas con carro de bebé, dentro sólo podrás visitar la parte inferior. En este sentido, si decides entrar, la mejor opción es hacerlo con porteo. Nosotros habíamos preguntado, al comprar los tickets, si podríamos visitar todo el recinto con el carro y nos dijeron que sí; sin embargo, la realidad no fue esa.
Desde nuestro punto de vista, la entrada no merece la pena, ya que desde fuera se puede ver casi perfectamente lo mismo que ves desde dentro, incluso con mejores vistas. Además, el personal del anfiteatro, tanto en la venta de tickets como en las entradas, nos parecieron muy maleducados.
Desde allí, pasamos por la Puerta de Hércules y, justo al lado, fuimos a las Galerías Zerostrasse, desde las cuales se puede acceder al Castillo de Pula. Hay varios accesos a las galerías, aunque el más conocido es el que está cerca de la Puerta de Hércules.
Estas galerías, construidas como refugio en la segunda guerra mundial, tienen varios niveles, que se pueden visitar de manera muy accesible (incluidos carros), ya que tienen ascensor. Es un lugar curioso en el que volver al pasado e imaginar a cientos o miles de personas allí resguardadas. En la actualidad, algunas de las galerías albergan exposiciones. Cuando nosotros la visitamos había una relativa a los ferrocarriles y tranvías.
Se puede subir al nivel superior, que es la fortaleza o castillo de Pula. No tiene demasiado que ver, más allá de las vistas desde la parte alta de la ciudad. El precio de la entrada, incluida la fortaleza, es de 40kn por persona (unos 5€).
Tras visitar la fortaleza, bajamos a la parte baja de la ciudad, con una parada antes para comer en la Pizzería Júpiter.
En nuestro recorrido pasamos por el Arco de los Sergios, que fue utilizado como puerta de entrada a la ciudad durante varios siglos, la Iglesia y monasterio de San Francisco, la Capilla de Santa María de Formosa, una pequeña abadía del siglo VI, el mosaico romano y el Templo de Augusto.
No entramos a ninguno de los anteriores. En el caso del Templo de Augusto, que por fuera si resulta imponente, habíamos leído que, por dentro, no merecía demasiado la pena y no quisimos pagar la entrada para visitar un pequeño templo. El lugar donde está ubicado, junto al Ayuntamiento, es un sitio agradable para pasear o tomar algo, admirando el conjunto de edificios.
También aprovechamos a acercarnos a ver la Catedral de Pula. No es un edificio demasiado llamativo y además estaba cerrado, pero la calle donde se encuentra es bastante animada.
Con el atardecer, aprovechamos a pasear por la zona exterior del casco histórico para ver algo diferente, los «Lightning Giants». Las grúas de algunas empresas navales del puerto se iluminan con varios colores al caer la noche y hacen que una zona industrial y, un tanto decadente, tenga su encanto.
Para ver el itinerario completo de nuestro viaje, entra en 13 días en Eslovenia y Croacia.