Nos despertamos con un día de nieve. Aún así, quisimos desayunar y mantener nuestra ruta prevista:
RUTA (200 km):
- Godafoss
- Húsavík
- Lago Mývatn
- Crater négro Hverfjall
Desde el Guesthouse tardamos unos 20 minutos en llegar a nuestra primera parada, Godafoss.
La cascada de Godafoss es una de las más conocidas, visitadas y fotografiadas de Islandia, y, sobre todo, de aquellos que viajan al norte del país. Tiene unos 12 metros de altura y 30 de anchura. Es conocida como «la cascada de los dioses». Cuenta la leyenda que aproximadamente en el 1.000 d.C, Þorgeir Ljósvetningagoði, un gobernante de la isla, lanzó al agua de Godafoss todos sus ídolos paganos, tras declarar oficialmente la cristianización de Islandia.
Para visitarla, se puede aparcar fácilmente en una de las dos zonas al lado de la carretera principal. Los desvíos son el 844 (Godafoss parking) o un camino indicado tras éste (Godafoss West Bank parking). En ambos, el parking está a apenas a 100 metros de la carretera principal. Las dos zonas cuentan con varios miradores y están conectadas mediante un puente que cruza el río Skjálfandafljót. Nosotros aparcamos en el lado del desvío 844. Este lado tiene una tienda-bar y cuenta con WC.
Cuando la visitamos nosotros, no paraba de nevar y el camino a los miradores estaba completamente nevado. Lo que más nos gustó fue que pudimos contemplar la belleza de esta cascada nosotros solos. El recorrido por el mirador es sencillo y nos llevó unos 30 minutos. Después, visitamos la tienda-bar y retomamos la ruta hacia Húsavík.
Para ir a Húsavík, tomamos la carretera 1, para tomar después la carretera 85. En total, 1 hora de viaje, teniendo en cuenta que la carretera tenía bastante hielo.
Al llegar, nos dirigimos directamente a un parking gratuito, justo detrás de la iglesia (Húsavíkurkirkja). Desde allí, dimos un paseo por las calles principales y el puerto. Es un pueblo pequeño, por lo que puedes recorrerlo sin pérdida en poco tiempo.
También visitamos el Museo de Ballenas. La verdad es que nos sorprendió de manera grata y recomendamos visitarlo si tienes tiempo. Nosotros dedicamos algo menos de 2 horas a la visita. Las explicaciones están en inglés, aunque a la entrada disponen, de manera gratuita, de cuadernos-guías disponibles en varios idiomas (castellano incluido). En el museo podrás ver esqueletos de varias especies (incluido uno a escala real de la gran ballena azul), así como una detallada explicación de las mismas, de la pesca de ballenas y de su historia en los últimos siglos.
El precio del museo de 2.000 ISK por persona (unos 13€), aunque tienes un 10% de descuento si has contratado algún tour en Húsavík con algunas de las empresas locales. El museo abre de 9:00 a 16:00 en octubre y noviembre, y de 9:00 a 18:00 de junio a septiembre. Tiene una pequeña tienda de souvenirs a la entrada.
Aprovechamos allí mismo a preguntar por el Museo de la Exploración, ya que habíamos leído que era totalmente recomendable visitarlo. Nos dijeron que, actualmente, estaba cerrado, pero abrirá en un nuevo emplazamiento en un par de años.
Desde Húsavík, se pueden hacer tours para avistar ballenas. Es, junto con Akureyri y Reykiavik, uno de los lugares donde poder hacer esta actividad. Nosotros teníamos contratado uno que, finalmente, tuvimos que anular por el tiempo.
Un par de lugares en la zona de Húsavík que teníamos en nuestra lista, pero que no visitamos por falta de tiempo y también por el estado de las carreteras, son los acantilados de Hringsbjarg y Artic Henge, por si quieres valorar incluirlos en tu visita. Están al este de Húsavík, a 45 minutos y 2 horas de camino, respectivamente.
Tampoco pudimos ir a la cascada Aldeyjarfoss, ya que el estado de las carreteras no lo permite en invierno. Para llegar hay que tomar la carretera con baches 842, cerca de Godafoss, durante 40 kilómetros.
Nosotros dejamos Húsavík y nos dirigimos a un restaurante a las orillas del Lago Mývatn donde habíamos visto había opciones aptas para celiac@s: Vogafjós Farm Resort.
Desde Húsavík hasta el restaurante tardamos aproximadamente 1 hora. Durante el camino pudimos contemplar el lago desde varios puntos, aunque era difícil distinguirlo, ya que estaba completamente helado, y los alrededores nevados, por lo que no pudimos contemplar el contraste de colores que debe de haber en verano.
Lo que sí pudimos disfrutar, fue una maravillosa y tranquila comida en el restaurante. Era el primero al que íbamos en Islandia y nos encantó. Forma parte de una granja en la que también puedes alojarte. Desde el comedor hay buenas vistas al exterior, al cráter negro de Hverfjall, y al interior, a la vaquería. Nos atendieron de maravilla.
Tras acabar la comida, decidimos acercarnos al cráter. No estaba muy lejos, pero nos costó llegar al parking, ya que el camino estaba totalmente nevado. El parking es gratuito y cuenta con baños, que estaban cerrados.
Aunque estuvimos dudando, finalmente nos animamos a subir a lo alto del cráter. Lo hicimos con crampones, porque el camino es empinado y estaba resbaladizo. Tras 30 minutos de ascensión, llegamos a la cima. Las vistas desde arriba eran bonitas, aunque empañadas por el frío y el viento. El cráter se puede rodear andando, aunque nosotros decidimos bajar. Al menos en invierno, no nos pareció tan espectacular como pensábamos. La falta de contraste de colores y las vistas quizás no merecieron el esfuerzo de subir. Y de bajar, ya que, nos costó casi el mismo tiempo y esfuerzo.
Una vez abajo, cogimos el coche y salimos lo antes posible de la zona, ya que empezaba a anochecer y el clima empeoraba. Dejamos, por tanto, sin visitar los pseudocráteres cercanos y la cueva Grjótagjá. Respecto a ésta última, hemos oído opiniones de todo tipo, aunque la mayoría coincide que no merece mucho la pena. El motivo por el que la gente la visita es porque apareció en la serie Juego de Tronos.
Condujimos de nuevo 1 hora hasta llegar al Guesthouse, donde pudimos resguardarnos del frío y descansar.
Para ver el itinerario completo de nuestro viaje, entra en 12 días en Islandia.
