Nos levantamos emocionados en Katmandú. Hoy íbamos a ir a un destino soñado durante mucho tiempo: Bután.

Cogimos un taxi, concertado con el hotel Shree Tíbet Family Guest House, por unos 600 NPR (unos 4,5€) y nos dirigimos al aeropuerto. Una vez más, nos alegramos de ir con antelación, ya que el tráfico es caótico e impredecible e ir en taxi, desde Thamel al aeropuerto, puede llevarte desde 30 minutos a 3 horas. Esta vez tardamos poco más de una hora.

Para salir del aeropuerto, como ya hicimos para ir a Tíbet, tuvimos que rellenar un formulario de salida y nos pusieron un sello en el visado del pasaporte. En nuestro caso, al haber cogido a nuestra llegada a Nepal un visado de múltiples entradas, nos ahorramos un trámite largo cada vez que volvimos a Katmandú.

Tras un rato en la sala de espera, embarcamos en el llamado “vuelo del Dragón”. Fue emocionante montarse en el avión de Drukair con destino Paro. Esta es una de las dos únicas compañías autorizadas para volar a Bután, ya que el único aeropuerto internacional del país, el aeropuerto de Paro, es, según dicen, uno de los más peligrosos del mundo y para el que sólo unos pocos pilotos están entrenados para aterrizar.

Habíamos reservado los billetes a través de la agencia de viajes con la que habíamos contratado el tour. Hay que tener en cuenta que sólo se puede viajar a Bután con una agencia autorizada.

Para el viaje de ida cogimos asientos en el lado izquierdo del avión, ya que, durante el vuelo, puedes llegar a ver el Everest y la cordillera del Himalaya. En nuestro caso, aunque no era un día demasiado despejado, conseguimos verlo.

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Tocando el techo del mundo

El vuelo duró menos de 2 horas. Fue toda una experiencia, porque, inicialmente, vas entretenido mirando hacía las montañas esperando ver el Everest. Después, estás un buen rato con la incertidumbre de cómo será la aproximación y, finalmente, vives ésta en primera persona, entre grandes montañas, con el aterrizaje en el enigmático Bután como colofón.

Hay que tener en cuenta que el aeropuerto está rodeado de altas montañas y que el avión tiene que hacer grandes giros y un descenso importante para llegar al aeropuerto de Paro. Aunque los últimos minutos fueron movidos e inquietantes, mereció la pena. A diferencia de algunos vídeos que habíamos visto antes de viajar, nuestra aproximación y el aterrizaje fueron mucho más suaves.

Allí estábamos, en Bután, y no nos lo creíamos.

Al llegar al aeropuerto tuvimos que hacer los trámites para el visado. Fue todo bastante sencillo. La espera no fue muy larga, ya que sólo estaba nuestro avión en tierra y había varios funcionarios atendiendo las llegadas. Tras varias preguntas típicas de rigor y comprobar la documentación de la agencia, que había tramitado nuestro visado, obtuvimos nuestro sello en el pasaporte.

Por último, si eres fumador, tienes que pasar por una ventanilla donde deberás de indicar la cantidad de tabaco que ingresas en el país. En Bután está prohibida la compra y venta de tabaco. Los turistas pueden llevar una cantidad para su consumo.

Salimos del aeropuerto y allí estaban nuestro guía, Sajan, y nuestro chofer, Ram, esperándonos con unos pañuelos blancos de bienvenida, que nos pusieron en el cuello. Con ellos íbamos a pasar los próximos días. Sajan, en un perfecto inglés y con el traje típico de Bután, nos dio la bienvenida al país.

Subimos al coche para dirigirnos a Thimphu. De camino, paramos en el monasterio Tachog Lhakhang. Para llegar a él hay que cruzar el río Paro Chu, a través de un puente hecho con cadenas de hierro y cubierto de banderas de plegaria.

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Frente al río Paro Chu
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Cruzando el puente

El monasterio contaba con una estatua de Zhabdrung Rinpoche (título para referirse a los grandes lamas del Tíbet y, en Bután, al fundador del país) y una estatua del Guru Rinpoche (maestro o segundo buda).

Fuera, había ofrendas a modo de figuritas de barro, hechas con las cenizas de los difuntos y que se colocaban a modo de ofrenda en algunos monasterios o lugares sagrados.

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Una curiosa tradición

Después de esta visita nos dirigimos directos a nuestro hotel, en la capital: Thimphu Tower.

Tras hacer el check-in y dejar las maletas, seguimos visitando el país, yendo a la Memorial Stupa, también conocida como Thimphu Chorten. Fue construida en 1974 y, en 2008, se sometió a una amplia renovación. Se construyó en memoria del tercer Rey de Bután y se dedicó a la paz mundial. El tercer Rey es considerado el padre del Bután moderno.

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Memorial Stupa

Se diferencia de otras estupas en que no contiene restos humanos. Fue curioso ver como una multitud de peregrinos la rodeaba con sus cánticos. Para rodear las estupas, u otro tipo de templos, monasterios, etc. hay que hacerlo siempre en el sentido de las agujas del reloj. Además, por respeto, se debe evitar llevar sombrero o gorro en estos lugares. Y, por último, dentro de los monasterios, templos, Dzongs… se deben llevar cubiertos los brazos y las piernas. Además, está prohibido sacar fotos en el interior de los mismos.

Desde allí fuimos al Tashichho Dzong, que alberga el salón del trono de su Majestad el Rey, muy respetado en todo Bután. El rey anterior abdicó en 2006 en favor de su hijo. La gente adora al rey anterior y a la familia real actual. Cuando hablas con los locales, lo hacen evidente, con buenas palabras al rey y hablando de alguien cercano y preocupado por el pueblo.

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El gran Tashichho Dzong
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Tashichho Dzong

El Tashichho Dzong ha sido la sede del gobierno de Bután desde 1952 y, actualmente, alberga la sala del trono, las oficinas del rey y los ministerios del Interior y de Economía, así como otros departamentos gubernamentales. A unos 200 metros del Dzong, rodeado de setos altos, está la casa real, donde actualmente viven el Rey y su familia. Nos contaron que el Rey suele ir siempre andando al Dzong, donde trabaja, y que cruzárselo era una posibilidad, aunque no tuvimos esa suerte.

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Interior del Tashichho Dzong
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Las siempre presentes ruedas de oración

Desde allí volvimos en coche a Thimphu que, por cierto, es la única capital del mundo en la que no existen semáforos.

En el centro de la ciudad visitamos la Thimphu Tower y dimos un paseo por toda la zona centro.

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Thimphu Tower
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Paseando por Thimphu

Después, fuimos al hotel. Allí, Sajan se encargó de asegurar que habían adaptado nuestra cena para que fuera apta para celiacos. Muy atento con esto, pudimos cenar tranquilos para descansar y al día siguiente dirigirnos hacia Punakha.

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Señal que sólo verás en Bután

Para ver el itinerario completo de nuestro viaje, entra en 23 días en Nepal, Tíbet y Bután.