Aterrizamos pronto en el aeropuerto internacional Manas, cerca de Biskek. Llegamos con bastante sueño, ya que el viaje no había sido muy cómodo. Nada más aterrizar, pasamos la zona de aduanas. Es un trámite sencillo. Para españoles, como para la mayoría de nacionalidades europeas, no se requiere visado para estancias inferiores a 60 días. Simplemente nos pusieron un sello de entrada en el pasaporte tras hacernos unas sencillas preguntas sobre el propósito de nuestro viaje.
Con nuestro pasaporte sellado, nos dirigimos a una casa de cambio que había en la entrada del aeropuerto, donde cambiamos algo de dinero. Como solemos hacer, cambiamos poco dinero, lo justo para poder ir en taxi hasta la ciudad y pasar el primer día. El tipo de cambio, como en la mayoría de los aeropuertos, no era muy favorable.
Desde allí, nos dirigimos a la zona exterior del aeropuerto, donde enseguida nos abordaron conductores dispuestos a llevarnos, todos taxistas «no oficiales». Fue una sensación muy abrumadora. Finalmente y, tras el desconcierto inicial que siempre se tiene al llegar a un aeropuerto de otro país, fuimos a la zona donde estaban los taxis oficiales: tienen el cartel de taxi en la parte superior y están situados en la parte derecha del parking, según sales del aeropuerto.
Cogimos el primer taxi de la fila y acordamos el precio, 600 KGS (unos 7€) por llevarnos al hostel Bed & Breakfast Bishkek, donde habíamos reservado habitación para la primera noche. El trayecto duró unos 45 minutos, por una larga autovía poco transitada. Teníamos una mezcla de sueño y de incredulidad por estar finalmente en Biskek.
Llegamos al número que indicaba el GPS para el hostel. Eso sí, nos costó un buen rato encontrarlo, ya que era la primera planta de un portal con una puerta completamente negra en el que no había ninguna indicación. Tras preguntar en el gimnasio que había al lado del portal, dimos con el hostel. Habíamos reservado una habitación, con baño privado y desayuno, por 35€.
Como llegamos muy temprano para hacer el check-in, le pedimos a la dueña que nos guardara el equipaje, para poder ir a hacer algunos trámites y visitar la ciudad. La mujer, que no sabía inglés, ayudada por su hija, nos ofreció instalarnos, ya que la habitación estaba libre y preparada, algo que agradecimos enormemente.
Tras descansar un poco y cambiarnos por fin de ropa, salimos hacía nuestra primera aventura: sacar el visado de Tayikistán y Gorno-Badakhshan Autonomous Region (GBAO).
Para ello, cogimos un taxi en la puerta del hostel, que nos llevó a la Embajada de Tayikistán en Biskek. Tardamos unos 30 minutos, recorriendo calles llenas de socavones. Además, nos costó encontrar la embajada, ya que hay muchas callejuelas en la zona, no muy bien señalizadas. Está claro que no es un destino habitual. Por ese motivo, le pedimos al taxista que nos esperase en la puerta y dejara corriendo el taxímetro mientras hacíamos los trámites, algo que te recomendamos.
Estábamos nerviosos. El horario de la embajada era reducido y habíamos leído que no era sencillo obtener el visado. Necesitábamos sacarlo ese día, porque al día siguiente nos iríamos de Biskek y sólo volveríamos a pasar por su aeropuerto.
Este trámite fue toda una experiencia, que contamos en detalle en Cómo organizar la ruta del Pamir.
Estuvimos 1 hora y 30 minutos en la embajada, esperando, pero, por fin, conseguimos salir con una alegría inmensa con nuestro visado de Tayikistán y nuestro permiso para visitar GBAO.
Desde allí, el taxista, nos llevó al hostel. El precio del taxi, por el trayecto ida y vuelta, más 1 hora y 30 minutos de espera, fue de 500 KGS (unos 6€). Nos pareció muy barato después de la larga espera.
Como acabamos tarde con estos trámites, no pudimos visitar otro de los puntos importantes de Biskek: el Bazar Osh, ya que estaba cerrado. No nos importó mucho porque habíamos leído opiniones dispares antes de viajar: tanto que era un lugar bonito a visitar, como que era un bazar más, incluso a evitar debido a los muchos hurtos que se producen en él.
¡Aún nos quedaba mucho viaje por delante y, seguro, muchos bazares por visitar! Así que, simplemente, aprovechamos para pasear y conocer Biskek.
Biskek, es la capital de Kirguistán y cuenta con casi 1 millón de habitantes. Es una ciudad «nueva». Se fundó en 1825 sobre un fuerte que destruyeron los rusos. Durante la época soviética se llamó Frunze, hasta que, con la independencia de Kirguistán, la ciudad pasó a llamarse Biskhek (en Kirguís).
La ciudad está rodeada de montañas, en concreto de la cordillera Ala-Too, con cimas de más de 4.000 metros.
A nivel turístico, Biskek no tiene mucho que ver. De hecho, durante el día que estuvimos visitándola, no nos cruzamos con ningún turista occidental. Sin embargo, para nosotros y para muchos otros viajeros, Biskek es una ciudad tranquila y un lugar ideal para comenzar un viaje por Asia Central, ya que no se requiere visado y cuenta con muchas de las embajadas donde obtener tu visado a otros países vecinos.
Desde el hostel y siguiendo la avenida principal de Biskek, la avenida Chuy, que atraviesa la ciudad llegamos al corazón de la misma, a la plaza Ala-Too. Tardamos unos 30 minutos en llegar paseando tranquilamente.
La avenida Chuy tiene una marcada herencia soviética, con edificios de oficinas típicos de aquella época. Al llegar a la plaza, se puede contemplar una gran bandera de Kirguistán, una estatua de Manas y el Museo Histórico de Biskek. Detrás de este museo, hay una estatua de Lenin.
Manas es un personaje clave y un héroe nacional en la cultura de Kirguistán. Se dice, que este guerrero, que vivió hace más de 1.000 años, sentó las bases del pueblo kirguís.
Al otro lado de la plaza, hay una zona ajardinada con flores rojas y varios edificios soviéticos al fondo.
Nosotros, todavía con una sensación de incredulidad de estar allí, nos deleitamos paseando por la plaza y callejeando por las calles cercanas. No entramos al museo de la ciudad, habíamos leído que no tenía mucho que ver y que sólo tenía carteles y explicaciones en ruso. En todo caso, si quieres entrar, su precio era de 150 KGS.
Otra de las cosas que nos sorprendían, según nos cruzábamos con la gente, eran sus peculiares y diferentes rasgos. Algunos tenían rasgos más soviéticos, frente a los más típicos Kirguizos, de origen siberiano y ojos rasgados, herencia de la expansión mongola en el siglo X.
Así que, muy felices por estar en Biskek y tener nuestro visado de Tayikistán y de GBAO , nos fuimos a celebrarlo con una merienda-cena en un tranquilo restaurante en la avenida Chuy. Todo estaba en ruso, así que nos dejamos guiar por las fotos y pedimos algo que parecían unos sandwiches. Pasamos un buen rato allí sentados, rodeados de gente local, ensimismados escuchando sus conversaciones con esa lengua melódica, mientras contemplábamos el bullicio del final del día.
Desde allí, nos fuimos al hostel a dormir. Había sido un día largo, intenso y de muchas sensaciones y emociones. Estábamos rotos de cansancio y sueño. Además, teníamos que recuperar fuerzas: el trekking por el parque Ala Archa nos esperaba al día siguiente.
Para ver el itinerario completo de nuestro viaje, entra en 21 días en Kirguistán, Tayikistán + GBAO y Uzbekistán.