Dejábamos Georgia para dirigirnos a Armenia.  Para ello, habíamos contratado un conductor armenio para que nos buscara en Tiflis y nos llevara a Alaverdi, uno de los primeros pueblos de Armenia. Desde allí, recorreríamos con él los principales puntos del país.
Habíamos quedado con él a las 7:00 de la mañana, pero cuando nos levantamos a las 5:00 am para preparar todo, vimos un mensaje suyo en el que nos decía que le había parado la policía armenia en la frontera y que le habían quitado el permiso de conducir por no tener homologadas las luces de su coche, un viejo Lada.
Desde ese momento, tuvimos que improvisar para ver cómo conseguíamos, al menos, llegar ala frontera y reorganizar nuestro viaje.
Estos imprevistos, pueden pasar y hay que mantener la calma para pensar en soluciones. Todo se hace más complicado cuando además de las mochilas, llevas un carro con una niña pequeña….
Desayunamos pensando soluciones y, finalmente, cogimos un Uber a las 9:00 hasta la frontera en el lado de Georgia. El trayecto fue de una hora aproximadamente. Una vez allí, cruzamos la frontera andando, nos sellaron nuestro pasaporte de salida y cruzamos el puente que une ambos países, unos 200 metros en tierra de nadie.
Al llegar a las aduanas de Armenia, sellamos nuestro pasaporte de entrada y ya estábamos en Armenia.
Allí estaba el conductor que habíamos contratado, que quería pedirnos disculpas por lo sucedido y que había contratado a otro conductor para que, con su coche, al menos nos pudiera llevar hasta Sanahin, el pueblo donde habíamos cogido hotel para dormir.
En caso contrario, hubieramos cogido uno de los muchos taxis que hay esperando en la frontera y que, negociando el precio, te pueden llevar a casi cualquier lugar.
Recorrimos los 50 kilómetros que hay hasta Sanahin por una carretera no demasiado buena, todos metidos en el pequeño Lada. Allí, nos despedimos de Voskan, el conductor, que nos volvió a pedir disculpas y al que le dimos las gracias por, al menos, habernos llevado hasta allí.
Nos alojamos en Valiva guest house, una pequeña casa con 3 habitaciones, cocina, jardín…regentada por una joven familia local muy amable.
Es un pueblo pequeño, ya que la localidad principal es Alaverdi, que tuvo un gran auge industrial hace algunas décadas.
En Sanahin, lo más destacado es el monasterio y el el museo de los hermanos Mikoyan, que contribuyeron al desarollo local de la zona, construyendo fábricas y siendo los pioneros en la construcción del primer avión MIG.
Comimos en el apartamento y, por la tarde, visitamos el Museo, que cuenta la historia de los hermanos y todos los desarrollos que hicieron durante su vida. Lo más curioso del lugar es poder ver el avión MIG que allí conservan.
La entrada es de 4.000 dram. Aunque sólo cobran en esa moneda, conseguimos que aceptaran dólares y pagamos 5$ por entrar los 3.
Desde allí, fuimos paseando hasta el monasterio de Sanahin. La entrada es gratuita y es un complejo precioso y muy bien conservado.
Recorrimos el pueblo, un lugar con casas antiguas, granjas y en el que África disfruto viendo muchos animales: vacas, cerdos, caballos, gallinas, perros…
A David le gusta cortarse el pelo en otros países y aquí encontramos la peluquería perfecta. Una especie de cabaña de no más de 5 metros cuadrados, albergaba una peluquería, regentada por una señora muy muy amable. Aunque no sabía inglés, conseguimos entendernos y pasar un buen rato todos.
Después, tratamos de buscar alternativas para llegar hasta el lago Sevan, el lugar en el que habíamos reservado otro guest house durante 2 días. De camino, además, queríamos visitar algunos lugares pero no sabíamos si sería posible.
Finalmente, tras buscar varios taxistas, el dueño del Valiva guest house se ofreció a llevarnos por 100$ hasta Sevan, visitando los sitios que teníamos previstos. Fue un alivio y muy amable por su parte.
Tranquilos por tener el día siguiente cubierto al menos, cenamos en el jardín del guest house, viendo el atardecer y nos fuimos a descansar.