Otro de los imprescindibles si visitas Bled, es hacer una ruta por la Garganta de Vintgar. Está a unos 5 kilómetros en coche de Bled y no queríamos perdérnosla.
Es una ruta sencilla, apta para todos los niveles y edades, aunque te recomendamos que lleves calzado cómodo y porteo, si vas con bebé. En otra ocasión, nos hubiera parecido «demasiado poco» pero, esta vez, viajando con un bebé de 4 meses…era todo un reto.
Se puede llegar a Vintgar en coche, bici, bus o, incluso, en tour organizado. Nosotros utilizamos nuestro coche de alquiler para llegar. Está muy bien indicado. Te recomendamos que sigas las indicaciones para llegar al Parking 1 o al Parking 2, siendo el primero el más cercano a la entrada.
Una vez allí, tendrás que pagar por el parking (5€ por coche) al responsable del mismo, que estará en la entrada con un chaleco amarillo. Sin embargo, no podrás aparcar a menos que hayas comprado la entrada online a las Gargantas. Para ello, allí mismo tienes un cartel con un código QR para comprarlas en el momento. También puedes comprarlas con antelación en su web, reservando el horario en el que vas a visitarlas.
Los horarios varían en función del mes en el que viajes. Compruébalos en la web antes de viajar, sobre todo teniendo en cuenta que en los meses de invierno están cerradas.
El precio de la entrada es de 10€ para adultos, 3€ para niños de entre 6 y 15 años, 1€ para los menores de 6 años y 7€ para los estudiantes.
Nosotros compramos la entrada y elegimos una franja horaria dentro de la hora siguiente. Así, una vez llegamos andando a la entrada, que estaba a unos 10 minutos desde el Parking 2, pudimos acceder tras pasar por los tornos de acceso.
Ya estábamos en la ruta. Dentro, se pueden hacer dos rutas circulares:
- La ruta Vintgar – Blejska Dobrava de unos 4 kilómetros. Más empinada, pero más corta. Marcada en rojo.
- La ruta Vintgar – St Catherine de unos 6 kilómetros. Más llana, pero algo más larga. Marcada en verde.
Ambas parten del mismo punto y vuelven al mismo. Se pueden recorrer en unas 2 horas cada una. Tienen una parte común, pero una vez se llega a la cascada Šum se bifurcan.
La garganta, como tal, tiene 1600 metros de longitud y hasta 250 metros de profundidad. Hasta 1891 era desconocida e inaccesible. Jacob Zumer y Benedikt Lergertporer fueron los primeros en atravesarla. En 1893, se construyeron más de 500 metros de puentes y galerías para poder visitarla. Fue abierta al público el 26 de agosto de 1893.
El color del agua es increíble durante todo el recorrido.
A mitad de camino, hay un puente con un pequeño salto de agua.
Nosotros hicimos el recorrido sin saber donde bifurcarnos. Disfrutamos de un impresionante, bonito y tranquilo paseo a orillas del río viendo cascadas y piscinas naturales. La mejor parte del recorrido fue llegar a la cascada Šum (cascada ruidosa), un salto de agua de unos 15 metros.
Una vez allí, bajamos a ala parte baja para verla desde otra perspectiva. Después, volvimos a la parte superior, para comer un bocadillo que nos habíamos llevado y, desde allí, continuar el recorrido.
Elegimos la ruta verde, por St Catherine.
El paseo fue agradable, una parte a través de un bosque y otra por una ladera, hasta llegar de nuevo al punto de partida, el parking.
Tras descansar un rato, nos animamos a visitar otro de los iconos de Bled, su castillo.
El castillo original fue construido en el año 1011 por los príncipes-obispos de Brixen y fue reconstruido tras un terremoto en 1511.
Para llegar, se puede ir andando desde Bled o en coche hasta el parking, que está justo en la entrada del castillo. Nosotros fuimos en coche. Como en cualquier parking de Bled, tocó pagar: unos 6€ por dos horas de estancia. Es el tiempo que dedicamos a visitar el castillo y a disfrutar de las vistas que hay del lago.
El castillo está abierto de 8:00 a 20:00 y el precio de las entradas es de 13€ por adulto, 5€ los niños y 8,5€ los estudiantes. El castillo cuenta con varias estancias para visitar en las que hablan sobre la historia de la región, una imprenta, una bodega y, sobre todo, una zona desde la que tener unas maravillosas vistas del lago.
En nuestra opinión, la entrada es bastante cara para lo que ofrece y, teniendo en cuenta las vistas que tuvimos al día anterior desde el mirador de Ostricja, creemos que no merece la pena entrar.
No hay mucho más que ver en Bled, salvo que quieras visitar la Iglesia St. Martin.
Después, fuimos a cenar al restaurante Gostilna and Pizzeria Pri Planincu, que ya habíamos probado el día anterior. Unas ricas pizzas sin gluten para coger fuerzas tras las rutas y así descansar para al día siguiente dirigirnos hacia Piran.
Para ver el itinerario completo de nuestro viaje, entra en 13 días en Eslovenia y Croacia.