Como el día anterior habíamos visto lo más significativo de Kanchanaburi, decidimos madrugar para ir a pasar el día al famoso Parque Nacional de Erawan.

Este parque se encuentra a unos 75 km de Kanchanaburi. Para llegar allí, hay que coger un autobús en la estación deKanchanaburi. El trayecto es de 1 hora y 30 minutos  y el billete cuesta 50 Bahts (1,25€).

Es fácil encontrar dónde sale este autobús, ya que es muy peculiar: es de colorines, tiene un letrero donde pone Erawan y, además, está situado en una dársena con el cartel de los horarios a Erawan:

Otra opción para ir a este parque es en moto o coche alquilado y en taxi, pero estas opciones son más caras que el autobús. Además, montarte en este curioso bus es toda una experiencia.

Por dentro está llenos de todo tipo de artilugios y decoraciones de colorines por todos lados y, como no hay aire acondicionado, hay ventiladores eléctricos instalados en el techo manualmente. Esto, junto con llevar todas las ventanillas abiertas, alivia mucho el calor…

Si es temporada alta, vete con tiempo a la parada, ya que puedes quedarte sin sitio.

Aunque el trayecto no tiene paradas oficiales, saliendo de Kanchanburi hizo varias paradas, ya que mucha gente lo intercepta en el camino. Si la estación de bus está lejos de tu alojamiento, puedes preguntar por dónde para, o esperar en la carretera principal, e interceptarlo. Y lo mismo a la vuelta: no hace falta llegar hasta la estación, si te quieres bajar antes sólo hay que decirle al chófer la zona y para. Nosotros nos bajamos muy cerca del Cementerio de Guerra, ya que pasa por delante.

Erawan National Park es uno de los parques naturales más bonitos de Tailandia. Es un área protegida  de 550km² y, entre otras cosas, es famosa por sus 7 cascadas. La entrada cuesta 300 Bahts por persona (unos 7,5€).

Una vez hayas accedido al recinto, comienza la ruta. Es un camino de ascensión leve por el que vas viendo cada una de las 7 cascadas.

Tras la segunda cascada hay un puesto de control. A partir de ese punto está prohibido llevar comida y hay que dejar un pequeño depósito por cada botella de agua que llevéis encima. Te marcan las botellas para que, cuando vuelvas, si las llevas contigo, devolverte el depósito. Es una excelente forma de cuidar parque y de asegurarse que los turistas no dejemos basura.

Hay que caminar unos 2km para llegar a la séptima cascada, la que da nombre al parque por su «parecido» a las tres cabezas del elefante sagrado Erawan.

Aunque el camino no tiene ninguna dificultad, recomendamos llevar calzado de trekking, ya que por algunos tramos te hundes en el barro o incluso tienes que andar por agua, y una camiseta de recambio… sólo por la humedad, acabareis empapados…

Lo que no puedes olvidar es llevar bañador y toalla, porque está permitido bañarse en todo el recorrido!!!

Nosotros, además, llevamos escarpines, lo que nos facilitó mucho meternos en las diferentes lagunas y no resbalar con las rocas al entrar o al salir.

El agua estaba a buena temperatura y fue un alivio refrescarnos. Había mucha gente, pero no había aglomeraciones, por lo que disfrutamos tranquilamente de todos los baños que nos dimos.

Todos los turistas se estaban bañando… se tiraban por las piedras como toboganes, se lanzaban en bomba o, simplemente, flotaban relajados…

Después de pasar toda la mañana en el parque, sobre las 13.00 decidimos volver. Teníamos hambre y pensamos que, si llegábamos pronto, podíamos comer, ducharnos y coger un autobús a Bangkok para dormir allí.

En el parking, donde se coge el autobús, compramos alguna chuchería para el camino, mientras esperábamos a que saliese el siguiente bus a Kanchanaburi. Iba muy lleno. Tuvimos que sentarnos en el suelo, en la parte de atrás del autobús.

Cuando llegamos al Cementerio de Guerra, nos bajamos, ya que estaba cerca del hostel. Había tardado más de lo previsto, así que nos dio tiempo a comer. ¡Menos mal que nos compramos ese tentempié en Erawan!.

Nos dirigimos directos al hostel, recogimos las mochilas y, aprovechando el wifi, reservamos un hotel en Bangkok.

Cogimos una especie de bicicleta tuk tuk que nos llevó a la estación de autobuses, donde encontramos sitio en el siguiente minivan que iba a Bangkok. Salimos a las 17.00 de Kanchanaburi y cada billete nos costó 120 Bahts (unos 3€).

Llegamos a la estación sur de Bangkok (Sai Tai Mai) de noche, algo que no volveríamos a hacer. La ciudad de Bangkok tiene muchas caras y una estación de autobús, por la noche, no es una de sus mejores caras.

Nos bajamos de la minivan desorientados y cansados. Apenas había luz en el aparcamiento. Nos acercamos al chófer para preguntarle dónde podíamos coger un taxi y, de repente, apareció un hombre, que supuestamente era amigo suyo, y que era taxista. Parecía una maravillosa coincidencia, pero, según seguíamos a este nuevo individuo, nos íbamos alejando de la estación y de las luces, adentrándonos en la oscuridad de la noche.

Sandra se dio la vuelta para mirar a la estación y vio que salían taxis de la entrada de la estación, donde se divisaba una cola de gente esperando su turno. Así que sin dudarlo, le dijo a David para dar media vuelta. Cuando el hombre se dio cuenta de que nos marchábamos, empezó a seguirnos gritándonos, pero, finalmente, al llegar a la estación, se fue.

Con un poco de susto en el cuerpo, nos pusimos en la cola para los taxis y, en pocos minutos, estábamos de camino a nuestro hotel.

Esta vez decidimos alojarnos en el 63 Bangkok Hostel, situado en una de las zonas más modernas de Bangkok, al lado de la estación del Este, Ekkamai, ya que la idea era coger una autobús a la mañana siguiente con destino al puerto de Trat y, allí, coger un barco a alguna de las islas de la zona.

El hostel está situado en una zona acomodada, por lo que es tranquila y segura. A pocos metros se encuentra la estación de tren aéreo BTS y el centro comercial de Gateway Ekamai, con varios restaurantes japoneses e internacionales.

Una vez instalados, fuimos a dar un paseo y buscar un sitio para cenar. Hay muchos restaurantes, de todo tipo de comida, tanto en el centro comercial como en las calles de la zona.

Cenamos en un restaurante que estaba cerca del hostel. Tenía una gran terraza con mesas de madera, abarrotada de jóvenes tailandeses, cenando y tomando algo. Pedimos carne a la brasa y dos cervezas fresquitas. Después, volvimos al hotel para decidir a qué isla iríamos al día siguiente y reservar alojamiento, al menos, para la primera noche.

Nos decantamos por Koh Mak, una pequeña isla situada cerca de Koh Chang, más conocida y turística.

Para ver el itinerario completo de nuestro viaje, entra en 18 días en Tailandia.