Nos esperaba un día largo de viaje, así que nos levantamos temprano y nos dirigimos al aeropuerto de Chiang Rai para coger el vuelo a Bangkok.
Al aterrizar en Bangkok, cogimos un taxi para que nos llevase a la estación dónde salían los buses a Kanchanaburi.
En Bangkok hay varias estaciones de bus. En este caso, teníamos que ir a la estación de autobús Sur (Sai Tai Mai). Tardamos en llegar unos 25 minutos.
Esta estación no es muy turística. De hecho, no vimos a casi ningún turista mientras estuvimos allí.
Cuando llegamos a la estación, y después de conseguir entendernos, conseguimos dos billetes para ir a Kanchanaburi, que nos costaron 120 Bahts cada uno.
El viaje los hicimos en una minivan con gente local. Como no había sitio, tuvimos que llevar las mochilas entre las piernas. El viaje duró unas 2 horas.
Una vez allí, decidimos ir andando a la calle turística donde están la mayoría de los hostels.
Tardamos en llegar 30 minutos. Era la hora de comer y estábamos cansados, sedientos y hambrientos, así que decidimos alojarnos en uno de los hostels que había al inicio de la calle, justo después de pasar el impresionante Cementerio de Guerra de Kanchanaburi.
No sacamos fotos del cementerio por respeto, pero es impactante ver tantas tumbas. Es un sitio que, a pesar de su gran tristeza, es muy bonito, ya que está muy bien cuidado. Recomendamos entrar y dar un pequeño paseo por las tumbas fijándote en lo jóvenes que son los que fueron enterrados allí. También hay varias tumbas comunitarias, donde se enterraron los cuerpos que nunca fueron identificados ni expatriados a sus países.
Después de esta breve parada, seguimos en nuestra búsqueda de alojamiento. Preguntamos en 3 sitios, vimos sus instalaciones y, finalmente, nos quedamos en Tara Raft Kanchanaburi Guest House. Es un sitio muy austero, demasiado para el precio que pagamos. Aunque fue barato, comparado con otros hoteles que nos alojamos, las instalaciones dejaban mucho que desear.
Comimos un pad thai y un arroz en un restaurante, de comida local y barato, que estaba junto al hostel. En esa calle y en la paralela, en dirección al Puente del Río Kwai, está llena de alojamientos y restaurantes.
Después de comer, nos dirigimos a ver el famoso Puente del Río Kwai.
Antes de llegar, entramos a visitar el Museo de la II Guerra Mundial, donde se exponen algunos vehículos de esa guerra. La entrada nos costó 40 baths a cada uno (1€).
El museo en sí, no tiene una gran exposición, todo está en la misma sala y se ve en 5 minutos, pero merece la pena entrar por ver la gran locomotora, que está en muy buen estado.
Tras la visita a este museo, nos dirigimos hacia el Puente. Impresiona verlo y, más aún, si conoces la triste historia de este simbólico, y ahora turístico, monumento.
Muchos turistas se acercan a Kanchanaburi para conocer el famoso Puente sobre el Río Kwai, pero no todo el que lo visita sabe la dramática historia que hay tras este monumento, siendo, hoy en día, uno de los muchos recordatorios de la crueldad de la II Guerra Mundial.
En 1942 el ejército japonés invadió y tomó el control de Myanmar (antes Birmania), que hasta ese momento pertenecía a la colonia británica. Al ser tan peligroso y difícil suministrar a sus tropas por mar, decidieron abastecer a su ejército por tierra y, para ello, empezaron la construcción del Ferrocarril de Birmania, también conocido como el Ferrocarril de la Muerte.
Esta línea férrea une Bangkok (Tailandia) y Rangún (Birmania). Se estima que unos 330.000 obreros participaron en las obras, que se finalizaron en un tiempo récord entre junio de 1942 y octubre de 1943. Aunque la gran mayoría de aquellos obreros eran civiles asiáticos, también había prisioneros aliados (británicos, australianos, holandeses, americanos, canadienses y neozelandeses). Todos ellos fueron forzados a trabajar en penosas condiciones, muriendo más de 100.000 a causa del hambre, del agotamiento, de enfermedades y de las palizas y torturas de los guardias.
Como curiosidad, el puente cruzaba el Mae Klong, un gran río cuyo afluente era Khwae Noi. Después de que la famosa película llevase de turistas Kanchanaburi, en 1960, las autoridades locales decidieron cambiar el nombre del tramo inicial del Mae Klong como Khwae Yai.
El puente puede cruzarse andando o en tren. El tren va desde Kanchanaburi a Nam Tok y al revés.
Si quieres cruzarlo en tren, salen trenes desde la estación del puente. Aunque nos dijeron que, cuando llega a esta estación, el tren suele ir lleno y que es mejor cogerlo en la estación central de Kanchanaburi, donde es más fácil conseguir asiento. Otra opción, es ir en bus a Nam Tok y coger allí el tren a Kanchanaburi.
Cuando llegamos a la estación del puente, ya no salían más trenes ese día, sólo iba a pasar el que viene de Nam Tok. Preguntamos si nos daba tiempo a ir a Nam Tok y cogerlo, y nos dijeron que no, así que nos olvidamos de cruzar el puente en tren.
Una pena, ya que habíamos leído que, además del acto de cruzar este emblemático puente en tren, el paisaje del recorrido del Ferrocarril de la Muerte merecía la pena.
Si decides cruzarlo andando, hay que recordar que el tren sigue pasando por allí, aunque la frecuencia sea muy escasa y pase muy despacio.
De hecho, otra de las experiencias que puedes disfrutar es la de ver pasar el tren…
Nosotros, al no poder cruzarlo en tren y al saber que iba a pasar el tren de Nam Tok, decidimos adentrarnos en el puente para, además de cruzarlo y andar por él, ver dónde podíamos ver mejor el tren.
A lo largo del puente hay plataformas laterales para hacer fotos y apartarte de manera segura para ver pasar el tren.
El tren advierte de su llegada con un sonoro pitido y reduce su velocidad para que, tanto los turistas que van en su interior como lo que están viéndolo desde las plataformas, disfruten de ese momento.
Después de que pasara el tren, bajamos a la orilla opuesta, donde la diferencia es brutal, ya que no hay nada en esa parte del río: ni bares, ni restaurantes, ni tiendas….
En la otra orilla, desde donde se inicia la visita, está rodeado por restaurantes, alojamientos, puestos de souvenirs y multitud de comerciantes intentando venderte algo.
Decepciona un poco tanto bullicio en este lugar tan icónico, aunque el puente sigue transmitiendo cierta melancolía de lo que se vivió allí en la II Guerra Mundial.
Después de la visita, empezaba a anochecer, así que compramos un par de sándwiches en un 7eleven y cenamos en el hostel, en una zona de mesas y bancos de madera con unas bonitas vistas al río.
Para ver el itinerario completo de nuestro viaje, entra en 18 días en Tailandia.