Nos habíamos ido a la cama el día anterior con el sonido de un aguacero y nos despertamos con el mismo sonido: llovía a mares sin parar. No teníamos muy claro si ese monzón nos iba a permitir hacer la ruta de trekking de Pon Hill. Bajamos a tomar un café al comedor del hotel y esperamos a que llegara nuestro chófer, Thupten, y nos diera su opinión.

Cuando llegó, temprano, nos confirmó lo que esperábamos: la carretera que llevaba a Nayapul, el punto de inicio del trekking, estaba cortada debido a los desprendimientos por las lluvias y no podía llevarnos. Además, no nos recomendaba hacer la ruta, ya que el sendero no estaría en buenas condiciones y podría ser incluso peligroso.

La noticia nos provocó una sensación doble. Por un lado, de decepción, ya que habíamos planificado esa ruta con mucho mimo y teníamos ganas de hacerla y disfrutarla y, por otro, de alivio, ya que no nos sentíamos del todo seguros haciendo la ruta con esa climatología.

Preguntamos a Thupten por la alternativa de ir a ver el puente de Kusma Gyadi, el puente colgante más alto de Nepal, a unas horas de Pokhara. Sin embargo, nos dijo que no podía llevarnos, ya que no podría asegurar el estado de la carretera tras las lluvias y que, incluso en el caso de estar practicables, tardaríamos demasiado tiempo. Nos despedimos de Thupten, esperando poder volver a verle en el futuro, si algún día volviéramos a hacer la ruta.

Nos quedamos un poco decepcionados, pero no permitimos que la tristeza durara mucho tiempo. ¡Estábamos de vacaciones y teníamos que disfrutarlas! Así que, una vez que digerimos la noticia, nos pusimos a pensar qué podíamos hacer y hablamos con Raj, el gerente del hotel, que nos dio unas recomendaciones muy acertadas.

Por un lado, nos recomendó aprovechar el día para visitar algunos lugares de Pokhara y, por otro, nos ofreció alternativas de trekkings más sencillos y cercanos que podríamos hacer.  Decidimos seguir ese plan.

Cuando la lluvia paró un poco, salimos hacía la zona del lago Phewa Tal, cerca del hotel, para alquilar un bote, cruzarlo y visitar la Pagoda de la Paz Mundial.

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Caminando por Pokhara

Se pueden alquilar botes, que te llevan al otro lado del lago, desde dos embarcaderos en Pokhara. El alquiler puede ser tanto de ida, como de ida y vuelta. El coste no es negociable y está marcado en un cartel al lado de las barcas. Te ofrecen la opción de parar, a medio camino, en un pequeño islote-templo, por unas 100NPR más.

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Embarcadero en Lakeside Pokhara

Nosotros fuimos al embarcadero más cercano al hotel, contratamos sólo la ida por 700 NPR (unos 5,5€) y nos montamos en el pequeño bote que, en 30 minutos, nos dejó en la orilla contraria. Decidimos no parar en el islote.

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Cruzando el lago

Una vez allí, seguimos el sendero indicado para subir a la Pagoda. Fue un sendero con una subida pronunciada que, en condiciones normales… no sería demasiado duro. Para nosotros fue un poco más complicado. Cuando empezamos el ascenso, empezó de nuevo a llover intensamente. No podíamos volver hacía atrás, así que seguimos la ruta. Tras una hora de subida, llegamos arriba totalmente calados. Nos lo tomamos con humor y nos reímos de nosotros mismos, parecía que habíamos cruzado el lago a nado.

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La Pagoda de la Paz Mundial

En un día despejado, las vistas desde arriba permiten ver los Annapurna pero, en nuestro caso, nos tuvimos que conformar con la sensación de felicidad por haber llegado arriba y poder contemplar la Pagoda y Pokhara, entre nubes.

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Vistas de Lakeside Pokhara desde la Pagoda de la Paz Mundial

La Pagoda de la Paz Mundial (World Peace Stupa) fue construida por monjes budistas de una organización japonesa, para promover la paz en todo el mundo.

Tras contemplarla, aprovechamos a descansar en uno de los bares que hay allí, ir al baño y, así, continuar la ruta. Para bajar, elegimos hacerlo andando por la cara contraria de la montaña. Es un camino mucho más sencillo que la subida y que, en 1 hora y 30 minutos, te permite llegar a una zona no turística de Pokhara. Muy recomendable, ya que no tiene nada que ver con Lakeside Pokhara. Además, las vistas por el camino son preciosas.

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Bajando al otro lado de Pokhara

Al llegar a esa zona, buscamos un par de sitios que nos había recomendado Raj: la cascada del Diablo (Devil´s Fall) y una cueva cercana: Gupteshwor Mahadev Cave.

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Devil´s Fal

Entrar a la cascada cuesta 30 NPR (unos 0,2€) por persona. Al ser época de lluvias la cascada bajaba llena y mereció la pena verla. La cueva, en cambio, no nos gustó demasiado, ya que estaba parcialmente inundada y en tareas de renovación. Entrar a la cueva nos costó 100 NPR (unos 0,8€) por persona.

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Entrada a Gupteshwor Mahadev Cave

Paseamos por las calles cercanas antes de volver a Lakeside. Andando hay un largo camino, así que decidimos coger el bus local que, por 25 NPR por persona, nos permitió compartir un buen rato con gente local. El trayecto no fue muy cómodo y tuvo muchas paradas, pero sí fue muy divertido y pudimos disfrutar de ver otra parte de la ciudad de un modo diferente.

Tras llegar a Lakeside Pokhara y darnos una ducha, dimos un paseo por la orilla del lago, donde hay bares y buen ambiente. Tomamos algo tranquilos y  fuimos andando hasta casi la salida del pueblo, para encontrar una panadería sin gluten que había allí. Compramos algo para el trekking del día siguiente.

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En las calles de Pokhara

Desde allí, decidimos acabar bien el día yendo a lo seguro y fuimos a cenar la crepería francesa, donde habíamos estado el día anterior. Cenamos tranquilos, pensando en qué nos depararía el día siguiente…

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Atardecer en Lakeside Pokhara

Al llegar al hotel, Raj nos dijo que al día siguiente nos buscaría el guía que nos llevaría a hacer un pequeño trekking de dos días. Así que, ilusionados por haber encontrado una alternativa de montaña, nos fuimos a descansar.


Para ver el itinerario completo de nuestro viaje, entra en 23 días en Nepal, Tíbet y Bután.