Nos levantamos un día más en Ponferrada, y tras hacer las maletas y check-out, desayunamos y nos pusimos camino a Peñalba de Santiago.
La carretera no es muy buena, es estrecha, siendo el último tramo una carretera serpenteante. Saliendo de Ponferrada, hay señales donde se indican 2 direcciones distintas para ir a Peñalba, una de ellas marcada en amarillo, recomendada para días de lluvia. Nosotros como estaba empezando a llover, escogimos ésta para ir.
Peñalba de Santiago está a unos 45 minutos de Ponferrada. La carretera va empeorando según se avanza. Primero hay que ir por la LE-5228 y después por la LE-CV-192/21 hasta un desvío (a la derecha) donde indica «Peñalba de Santiago». Los últimos 15 minutos son sólo curvas cerradas, una detrás de otra, y con bastante pendiente, ya que bajas al Valle.
Pese a que no es un trayecto fácil, merece totalmente la pena.
Está prohibido entrar en el pueblo con el coche, por lo que hay un parking en la entrada del pueblo. Sólo hay este parking y no es muy grande, así que, si está completo, puedes aparcar en el mirador que hay justo antes de llegar. Son unos 5 minutos a pie desde el parking hasta el pueblo.
Peñalba de Santiago está situado en el Valle del Silencio, a una altitud de 1.100 metros.
La idea era hacer la ruta circula del Valle del Silencio, también llamada ruta circular de Tebaida Berciana, pero cuando llegamos, estaba muy nublado, las nubes cada vez estaban más bajas y amenazaba con empezar a llover de un momento a otro, por lo que decidimos hacer la ruta de manera parcial.
Empezamos la ruta circular, hacia la cueva de San Genadio.
Hay una leyenda que relaciona a San Genadio con la cueva y el valle:
Cierto día San Genadio estaba meditando en su cueva, pero el murmullo del río no le permitía concentrase, así que, golpeando con su cayado, dijo: «cállate», y el río dejó de hacer ruido.
Ese arroyo que desciende por el valle se conoce actualmente como Arroyo del Silencio. Al igual que el valle, que se conoce también como el Valle del Silencio.
Cuando llegamos a la cueva, empezó a llover intensamente, así que decidimos volver.
En el camino de vuelta, y aprovechando que paró un poco la lluvia, nos desviamos para ver la Cascada del Silencio, que está indicada a mitad del camino. Es una subida de bastante pendiente. Nos resultó más costosa por la humedad que se generó en el bosque con la lluvia y las nubes cada vez más cerca del camino.
Desde allí se puede subir a la Mayada, otra ruta con mayor dificultad.
La ruta se nos quedó un poco corta, así que decidimos aprovechar y visitar más tranquilos el pueblo de Peñalba de Santiago.
Desde Peñalba de Santiago se pueden hacer varias rutas de diferentes niveles de dificultad. Aquí te dejamos la página web del Ayuntamiento de Peñalba de Santiago dónde puedes encontrar la mayoría de las rutas.
Es un pueblo muy diferente. Las casas son peculiares, dándole un aspecto pintoresco al paisaje.
Es un sitio que cuidan con mucho mimo sus habitantes. Así lo demuestran todas flores colocadas en la mayoría de casas, en las escaleras de la entrada, dándole un toque colorido al pueblo.
Recomendamos visitar este pueblo con tanto encanto. Sólo pasear por sus calles mientras los montes rodean el paisaje, merece muchísimo la pena.
Para visitar Peñalba de Santiago, recomendamos ir a la parte más alta, donde hay una especie de mirador del pueblo rodeado por las montañas, y recorrer el pueblo desde la parte más alta hasta la más baja.
En la parte baja, está la iglesia de Santiago de Peñalba, de arquitectura mozárabe y, como es habitual en este tipo de arquitectura, su acceso principal está situado en el costado sur y la torre con las campanas se encuentra separada de la nave de la iglesia. Se trata de una iglesia con planta en cruz latina, con dos capillas en los brazos de la cruz, y dos ábsides, en la cabecera y en el pie de la cruz.
Al lado de la iglesia está el bar del pueblo, donde entramos a tomar algo en su terraza con vistas al valle y a las montañas que lo rodean. Allí nos contaron que, habitualmente, sólo viven 9 familias en el pueblo. Peñalba de Santiago es uno de los pueblos de la España vacía, pero también catalogado como uno de los «Pueblos más Bonitos de España».
Aprovechamos que aún era temprano para ir a visitar Molinaseca de camino a Cangas del Narcea, que es donde pasaríamos la noche. Así que, aprovechando que sólo chispeaba, comimos algo fuera del coche y nos dirigimos hacía allí.
Desde Peñalba a Molinaseca se tarda unos 45 minutos. Se va por la el mismo camino: LE-CV-192/21, después LE-5228 y finalmente por la LE-142.
Al entrar en Molinaseca hay varias señales que indican que hay un parking. Es gratuito y es una explanada grande donde aparcar sin problema. También se indica que pueden aparcar autocaravanas.
Llegamos jarreando y no paró de llover en todo el tiempo que estuvimos allí, por lo que la visita fue breve.
Dimos un paseo por la Calle Real, que es la calle principal y es peatonal. Desde esta calle se llega a todos los sitios de interés turístico: el Crucero, la plaza García Rey, las casonas de la Calle Real y el Puente de los Peregrinos, ya que el pueblo es paso importante de la ruta jacobea.
Es curioso ver que las casa están divididas por callejas, que son pequeñas separaciones entre las casa, donde apenas cabe una persona, para evitar que se propaguen los incendios.
Si te interesa visitar esta localidad, puedes echar un vistazo en Qué ver en Molinaseca.
Tras la visita a Molinaseca, salimos hacia Cangas del Narcea. Desde Molinaseca la mejor manera de ir, es hacerlo por Villablino (CL-631) y luego coger la LCE-497 y desviarse en la AS-213. Tardamos unas 2 horas 30 minutos. Parte del camino es subir y bajar un puerto, donde se cruzan dos valles. Los pueblos y el paisaje del camino son muy bonitos, pero llovía mucho y fue un poco duro y cansado conducir ese tramo.
Llegamos a Cangas del Narcea, al Hotel Peña Grande, en las afueras del pueblo. No era nuestra primera opción, pero el resto de alojamientos que habíamos mirado ya no estaban disponibles así que, a pesar de estar a unos 35 minutos andando del centro de Cangas, decidimos quedarnos aquí.
Como seguía lloviendo, nos quedamos en el bar del hotel, tomándonos unas cervezas sin gluten. Cenamos algo ligero en la habitación del hotel y preparamos la mochila y la ropa para la ruta del día siguiente: La Senda del Oso.
Para ver el itinerario completo de nuestro viaje, entra en 17 días en Asturias y Norte de León.
